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viernes, 6 de mayo de 2011

CAPITULO 5!!! **Let the flames begin** (Paramore!!!)

-Bueno chicos, yo me voy a nadar un rato a la piscina del centro – Dijo Alana mientras cerraba su libro de magia negra y guardaba todas sus cosas en la mochila.
-Pero Honey, si está diluviando fuera, ¿No escuchas la tormenta? – Comentó preocupado Matt.
-Además – Dijo Tay poniéndose bien las gafas, gesto que era muy característico de él – Ya sabes que la piscina cierra a las 8 y media, y ya son las 9 menos cuarto de la noche.
Alana sonrió
-No me asustan un par de gotas, además, ya sabéis que el hecho de que esté cerrada no me supone un problema – Añadió mientras guiñaba un ojo.
La chica cogió su mochila y se dirigió a la habitación para coger su bañador y su toalla.
Selene la siguió. Cuando entraron, la chica comentó con cara de preocupación:
-Fly… sé que te encanta nadar de noche, y que piensas en tus cosas y demás, pero… No he podido evitar escucharte las noches de tormenta… tienes pesadillas y…
Selene no parecía la misma, se había puesto seria de repente, y la miraba fijamente.
-Bah, no son más que sueños, además, como dije antes, no me asustan un par de gotas – Volvió a sonreír Fly
-Alana… sé que te dan miedo las tormentas.
-Yo… eso no… - intentó disimular la chica.
-Si quieres que te acompañemos yo o alguno de los chicos no tienes más que decírnoslo – Añadió muy preocupada Selene
Alana sonrió, ésta vez con sinceridad.
-De verdad que no – Dijo Alana mientras revolvía el pelo a Selene – pero muchas gracias de todas maneras Chibiyue
Selene pareció volver a la realidad, y se despidió de la chica dándole un fuerte abrazo.
Era cierto que a Alana le daban miedo las tormentas, pero ni eso le había impedido nunca ir a la piscina.
Era el único momento del día en el que estaba sola, y podía pensar en sus cosas con tranquilidad.
Al salir por la puerta del castillo, cayó por allí cerca un relámpago, que iluminó los alrededores.
-“No sé por qué me dan tan mala sensación las tormentas, es como si trajeran con ellos algo malo" - pensó la chica mientas le recorría el cuerpo un escalofrío.
Aligeró el paso, y se dirigió a la zona sur de Bänon. Cuando estuvo frente al “ST Nikolas College” no le costó nada saltar la valla y colarse en un momento dentro del colegio. Al ser un colegio para no brujos, no contaba con la alta tecnología y conjuros que tenía Hollow Castle, por lo que se bastaba con mandar una pequeña honda de magia al detector de movimiento para desactivarlo.
Se dirigió al patio trasero, y escaló la valla. Una vez hecho esto, saltó al tejado del edificio de al lado.
Cuando ya estaba en el tejado, se coló por una ventana abierta. Por fin había llegado a la piscina.
Era más fácil entrar por allí, que evitar a los dos guardias de la entrada, y recorrer las dos grandes pistas de baloncesto y de voleibol.
Cuando se hubo cambiado, se tiró directamente al agua
-mmm… que buena está el agua -  susurró Alana mientras flotaba.
No había notado el agua tan fría como otras veces, porque ya estaba mojada de la lluvia, por lo que no notó tanto el contraste.
Volvió a caer otro rayo, que volvió a iluminar los alrededores. Los cuervos, parados en una ventana cercana, la miraban y graznaban al mismo tiempo.
Se pasó la hora siguiente haciendo largos en la piscina, aunque muy inquieta.
Más tarde salió de la piscina, se quitó el bañador mojado, y se pudo unos pantaloncitos cortos, y una camiseta rosa cogida al cuello.
Alana suspiró. Todavía recordaba el día que al entrar en su cuarto, se encontró a Selene sacando toda la ropa de su armario, y amontonándola en el centro de la habitación para luego tirarla.
-“No me gusta nada tu ropa, una chica tiene que ser mucho más femenina, por eso te he reformado el armario”
Eso era lo que le había alegado Selene mientras le tiraba la ropa, y por mucho que ella le había pedido, incluso suplicado que la dejara en paz, Selene únicamente le había sacado la lengua.
Cogió su sudadera y se la puso, la cerró hasta arriba y se puso la capucha.
Era lo único que había podido salvar de toda su ropa. Cuando iba por la calle principal, la tormenta cobró fuerza y empezó a diluviar. Cada vez estaba más mojada. Giró una esquina y tuvo la sensación de que alguien la seguía. Siguió andando lo más rápido que pudo, ahora incluso escuchaba pasos detrás de ella.
Alana se paró en seco, y decidió plantarle cara a su perseguidor. Por lo menos ya tenía unas nociones básicas de defensa personal.
Se giró, separó las piernas, las flexionó. Puso los brazos en posición de guardia y esperó. La lluvia seguía cayendo fuertemente y se escuchaban relámpagos de fondo. Un encapuchado apareció por la esquina, corriendo directamente hacia ella. Alana tragó saliva y se preparó para darle un golpe. El encapuchado se paró frente a ella y dio un gran suspiro de alivio.
-Por fin te alcanzo – dijo con voz grave y atrayente.
-¿Qué es lo que quieres? – habló Alana seria, con voz cortante
El chico se quitó la capucha. Tenía el pelo largo, castaño oscuro, recogido en una coleta. Sus ojos rasgados de color miel la miraban directamente, y unos labios  carnosos le sonreían amablemente, en el labio inferior derecho tenía un aro negro.
-Toma – le tendió una cadena – se te ha caído esto por el camino y quería devolvértelo.
-Oh, gracias – agradeció Alana notando que se ponía colorada. Con las prisas de volver al colegio, se le había caído su colgante favorito, que siempre llevaba. Era una cadena de plata con un candado… - no me había dado cuenta. Es muy preciado para mí, muchísimas gracias.
El chico era muy alto, y tuvo que inclinarse un poco para darle el colgante. La luz de una farola le dio en la parte derecha de la cara, descubriendo una atractiva cicatriz en su mejilla.
-No hay de que – le restó importancia el chico. Se le quedó mirando interesado y dijo – Me suenas de algo, ¿Nos habíamos visto antes?
-Seguramente no,  siempre recuerdo una cara conocida. – Respondió cortante la chica.
-También es verdad, una cara como la mía no se olvida fácilmente. Por cierto, soy Erik – Dijo el chico mientras le tendía la mano.
Alana, cruzando los brazos, se le quedó mirando seria, levantando una ceja.
-Bueno, ¿no te vas a presentar? – Dijo con una sonrisa juguetona.
-Lo siento, no suelo decir mi nombre a desconocidos. – Dijo inquieta.
En ese momento, un trueno iluminó el cielo haciendo un sonido espantoso. Alana, que no soportaba las tormentas, pegó un gran bote. El chico levantando una ceja divertido apuntó:
-Te dan miedo las tormentas ¿Me equivoco?
-Quizás… - reconoció Alana poniéndose roja. No sabía por qué, este chico la ponía tan nerviosa. Seguramente también era culpa de la tormenta.
Erik rió encantadoramente. Otro rayo volvió a sonar más fuerte que el anterior. Alana pegó otro respingo y dio unos pasos hacia él. El chico movió la cabeza negativamente mientras decía:
-No tienes remedio. Anda, vamos a ponernos a cubierto antes de que cojamos una pulmonía.
-¿Y quién dice que vaya a ir a ninguna parte contigo? Te veo muy seguro de ti mismo.
Erik rió divertido.
-Pues tú veras, pero tienes dos opciones: o te quedas aquí, empapada y en medio de la tormenta, o te vienes conmigo a la cafetería de aquí al lado a tomar algo y disfrutar de mi compañía. – Al ver que Alana lo miraba con cara de malas pulgas, añadió - No te preocupes, invito yo.
Acabaron yendo a un local llamado “Café solitario” y haciendo honor a su nombre, el café tenía muy pocos clientes, aunque era muy cómodo y acogedor. Se sentaron en una mesa al lado de la chimenea. Alana suspirando aliviada se quitó la chaqueta completamente empapada, los cabellos recogidos en una coleta baja, quedaron libres cuando la chica se soltó la gomilla. Notó el familiar roce de sus rizos por la espalda. Cuando miró al frente vio que Erik la estaba mirando, con la cara apoyada en la mano.
-¿Qué…? – Alana se sonrojó y no pudo terminar la frase.
-Nada, solo que tienes un pelo muy bonito – el chico sonrió dulcemente mostrando unos dientes blancos. Realmente tenía una sonrisa que quitaba el aliento.
Erik volvió a levantar una ceja juguetonamente.
-Bueno, podemos estar mirándonos toda la noche así, o pedir algo – dijo tomándole el pelo a Alana – aunque a mí no me importaría, sinceramente, tienes unos ojos muy especiales – la miró con más intensidad – me recuerdan a…
-¡Bueeeeno! – Le cortó Alana alzando la voz, muy nerviosa – yo quiero un chocolate caliente.
El chico rió divertido.
-Entonces iré a por la bebida. – Dijo guiñando un ojo.
Erik se levantó grácilmente, y se dirigió a la barra. Alana estaba muy nerviosa y le pitaban los oídos.
Erik volvió con las dos tazas de chocolate caliente. Cuando las fue a dejar en la mesa, fijó su mirada en ella, y se le acercó un poco.
-oye… ¿estás bien?
Alana se ponía más nerviosa por momentos.
-Estás muy roja, y pareces un poco acalorada, ¿No te habrás puesto enferma? – Alargó la mano y le tocó la frente. La chica dio un respingo.
Tenía la mano calentita y era muy áspera.
-Anda, toma mi chaqueta y abrígate, no vayas a coger frio.
El chico se quitó la chaqueta y se la dio a ella. La camiseta que llevaba debajo le quedaba muy ajustada, y marcaba unos musculosos abdominales y unos brazos llenos de cicatrices.
Alana, con la chaqueta en brazos, evitaba mirarle directamente a los ojos. No sabía por qué, pero la chica tenía la sensación de conocerlo, aunque era un completo desconocido.
-Ya que no te decides a hablarme de ti, te hablaré yo de mí. Así, dejaremos de ser dos desconocidos.  – Habló Erik tomando la iniciativa - Bueno, tengo 20 años, y no me dedico a nada en especial, estoy trabajando en un bar del centro.  Mis hobbies son hacer rappel y jugar al Risk*. A veces también me dedico a salvar jovencitas asustadas por una inocente tormenta.
-Vaya, pues entonces hoy te lo has tenido que pasar en grande.
-No te ofendas tanto, a mí me da miedo las viejas con bolsos grandes. Nadie sabe lo que llevan dentro, y en cualquier momento te pueden apalear con ellos – Dijo tontamente Erik
A Alana le pareció un comentario tan estúpido, que sin darse cuenta ya se estaba riendo.
-Por fin he conseguido sacarte una sonrisa. Ahora solo falta que me digas tu nombre.
-Está bien, te lo has ganado – Dijo sonriendo con suficiencia mientras le daba un sorbo su chocolate caliente – Mi nombre es Alana.
-Alana… bonito nombre, por cierto… tienes… - Dijo señalándole el bigote.
Alana no sabía dónde meterse, no se había sentido tan ridícula en mucho tiempo.
El chico al verla tan abochornada, añadió:
-¡No te preocupes! – Mientras él también le daba un sorbo a su chocolate, y se dejaba el “bigote” - ¿Ves? Así ya estamos en paz.
Alana no pudo aguantarlo más, y empezó a reírse a carcajadas. El chico también empezó a reírse.
-¿Sabes? Tienes pinta de ser una estudiante. – Observó interesado  el chico - ¿Me equivoco?
-Pues no te equivocas, estoy en Hollow Castle.
-¿En Hollow Castle eh…? – Dijo pensativo
-Sí, el colegio que está en la zona este de la ciudad. – Le explicó Alana un poco más amable.
Estuvieron un buen rato charlando, cuando a Alana le sonó el móvil. Era un SMS de Selene, preguntándole dónde estaba. El tiempo se le había pasado volando. Se la imaginó sentada en la sala común, con los pies encima del sofá, esperándola.
-Bueno… Yo tengo que irme… - comentó azorada Alana.
-¿Ya? – Dijo mientras miraba la hora – Vaya, si ya son las 12, ¿No serás cenicienta, que intenta escapar de su príncipe azul?
Alana sonrió halagada.
-No… Simplemente, tengo que volver al colegio, gracias por la chaqueta – añadió avergonzada.
-Nada, pero no me la devuelvas ahora, mejor, la próxima vez que nos veamos. Toma, éste es mi número.
Erik le alargó un papel con su número, mientras le guiñaba un ojo.
Intercambiaron los números de teléfono y el chico añadió:
-¿Quieres que te acompañe al colegio? No quiero que una a chica tan bonita le pase nada.
-No... Hace falta… además… se defenderme -  Alana se avergonzó
-¿No estarás intentando darme largas para no volver a verme? – bromeó
-¡No! Solo… que no hace falta que me acompañes.
-Tranquila, te estaré llamando hasta contactar contigo, tengo muuucha paciencia. Volveremos a vernos.
El chico se le acercó y le dio un beso en la mejilla. Alana se sonrojó instantáneamente, y de lo avergonzada que estaba, se dio la vuelta y salió corriendo. De fondo escuchó una carcajada.
Ya había parado de llover, por lo que pudo llegar más pronto al castillo. Atravesó el gran hall, giró a la izquierda y subió al tercer piso. Al entrar en la sala común, vio al fondo, en una esquina junto a la ventana a su grupo de amigos.
Tay estaba acurrucado en un sillón, con un libro en el regazo y la cabeza apoyada en su propio hombro, las gafas las tenía torcidas .Matt llevaba puesta una bata, y estaba espatarrado en el sofá. Ambos estaban dormidos.
Selene en cambio, estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá donde se encontraba Matt. Parecía estar sumida en sus propios pensamientos. Alana dio un paso adelante, y Selene pareció despertar.
-¡Alana! – Gritó Selene muy preocupada, mientas corría a abrazarla. Los demás se despertaron con el grito.
-¿Estas bien? ¡Por qué llegas tan tarde!
Selene pareció estar muy alterada.
-Yo… si… me entretuve por el camino… - se explicó Alana
-Honey… llegas tarde, y además vienes muy acalorada, ¿Con quién has estado? – añadió el somnoliento Matt.
Selene seguía mirándole con una cara muy extraña, demasiado preocupada.
-¿Y si lo discutimos mañana? Tengo sueño, y mañana tenemos que madrugar… Así que me voy a dormir – añadió Tay mientras cerraba su libro y se dirigía al dormitorio de los chicos.
-Ah… - Dijo decepcionado Matt – pero mañana nos cuentas ¿eh? Hasta mañana mis amores.
Alana y Selene también se dirigieron a su habitación, aunque Selene no había abierto la boca desde entonces. Aunque así lo prefería, le daba demasiada vergüenza hablar sobre ello.
Mientras Alana se ponía el pijama, y dejaba la chaqueta sobre el escritorio, Selene seguía cavilando.
-¿Y esa chaqueta? – Preguntó de repente.
-Es… de… un chico – Explicó Alana tímidamente.
Selene pareció un poco aliviada. Alana se metió en la cama.
-Y ese chico… ¿Tiene algo que ver con el chaval de la verde y soñadora mirada? – preguntó perspicaz.
Alana se removió inquieta entre las mantas. Selene suspiró.
-Supongo que no, si no me lo dirías. – Sonrió la chica, mientras se ponía a dar saltitos y a desearle buenas noches a sus peluches.
A la mañana siguiente Alana se despertó muy extraña.  Se levantó antes que Selene y se dio una ducha bien fría.
“¿Quién sería aquel chico tan amable? ¿Por qué la había tratado Erik de aquella manera tan familiar, si no la conocía?”
Bajó rápido a desayunar y le dejó una nota a Chibiyue diciéndole que había bajado antes. Trataría de evitar lo máximo la conversación con sus amigos sobre Erik, no porque no lo se lo quisiera contar, sino porque le daba vergüenza, aunque no creyó que fuera una excusa suficiente para que el cotilla de Matt la dejara de atosigar con sus preguntas.
Se tiró toda la mañana distraída, ni siquiera una de sus asignaturas favoritas, esgrima, consiguió concentrarse para nada. (Ese día Matt le gano con más facilidad que otras veces). Entonces llegó la hora de la comida.
Se sentaron en los jardines del castillo, en vez de las mesas donde siempre comían. Matt la miraba fijamente con una sonrisa en la cara.
-Bueno Honey, creo que ya es hora de que nos cuentes sobre ese misterioso chico ¿no crees?
Alana se puso instantáneamente roja.
-¡Eso!, ¿No será del colegio Battle Cross?; No me suelen caer bien esos “armarios empotrados sin cerebro” – comentó Selene mientras arrancaba hojitas del césped.
Battle Cross era el colegio que se encontraba justo al otro lado de Bänon.
-Que va… - Respondió Alana – Trabaja en un bar del centro, tiene 20 años, y se llama Erik…
De repente Tay levantó la cabeza y se le quedó mirando:
-¡Mañana tenemos que entregar el trabajo de Magia Negra! – Alana lo miró con cara de sorprendida y confusa a la vez.
-¡Todavía no lo hemos terminado, y no me dará tiempo! Lo siento chicos, otro día me contáis – Se disculpó apresuradamente Tay mientras recogía las cosas y se dirigía a la biblioteca.
Acto seguido, Alana les contó a sus amigos toda la historia de Erik. Cómo lo había conocido, cómo la había tratado, el beso en la mejilla…
Matt soltó un gritito emocionado.
-¡Ahh!  ¡O sea que volverás a ver a ese chico!
-No tiene por qué… – balbuceó nerviosa Alana – sólo intercambiamos los números, ni siquiera creo que me llame.
-¡Honey! ¿Y qué ropa se supone que te pondrás cuando lo veas?, ¡tenemos que ir de compras ya!, te tengo que llevar a… - Planeaba Matt mientras hablaba consigo mismo.
Selene no había abierto la boca en toda la conversación.
-Chibiyue, ¿Qué te pasa?, estas muy callada – se preocupó Alana.
-… Demasiado directo… - dijo Selene mientras cavilaba y se dedicaba a lanzar pequeñas descargas al aire.
…………………………………. (DESCONOCIDO)
Entró corriendo en la habitación, estaba todo muy oscuro, pero eso no importaba.
-¿Cuándo ha vuelto? ¿Y por qué no ha avisado de su llegada? – Pensó nerviosamente.
Sacó su móvil y marcó su número. Estaba tardando mucho en responder. Entonces una voz habló.
-Todo bien, ya la tenemos en nuestro poder. Podemos empezar con el plan… - susurró una voz a través del móvil.
-Alan, ¿No nos estamos precipitando mucho? Podemos estropearlo todo… y lo más importante ¿Por qué has elegido a esa persona?
-Jajaja – rió Alan a través del móvil – Digamos que ha sido una afortunada coincidencia.
-----------------------------------  (ALANA)
Tras contárselo todo a sus amigos, se había quedado mucho más tranquila.
Entraron en el gimnasio, allí se encontraba el profesor Tsukushi.
-Bien, hoy empezaremos aprendiendo cómo defendernos con armas de verdad. – Dijo el profesor mientras señalaba una caja llena de armas. – No os preocupéis, les hemos puesto seguridad para que no os matéis vivos. – Rió medio sádicamente – Además, quiero que os pongáis estos lazos, que os ayudaran a contener un poco vuestra magia, así evitaremos más de un percance.
Los alumnos cogieron las lazos, y se los ataron en la frente, acto seguido se dirigieron a la caja para escoger sus armas. Selene, decidida, cogió dos largas y afiladas katanas que había separadas de la caja.
-Éstas con doble de protección – le entregó el profesor a Selene – No queremos volver a injertar ningún dedo a nadie, ¿entendido?
Selene sonrió inocentemente.
En cambio, Matt y Tay decidieron no coger ninguna. Matt era realmente bueno en esgrima, por lo que creaba un puntiagudo florete de hielo. Tay simplemente, confiaba en el poder de su mente y de su magia.
Alana se acercó a la caja, y entre todas las armas vio dos pequeñas cimitarras… Sonrió.
Aun recordaba cuando de pequeños, Alana y Liam se batían en duelo con sus armas de madera. Era una de sus diversiones.
Ella con dos pequeñas cimitarras, y el con una espada corta. Obviamente, siempre ganaba ella, hecho que siempre había molestado mucho a Liam.
Cogió las dos armas, y la pusieron de pareja con una chica alta, imponente, que manejaba un largo palo.
Se tiraron toda la hora y media peleando.
Pasaron los días y Alana se vio varias veces con Erik, cada vez le tenía más confianza y se hacían más amigos. Ya no le parecía tan estúpido como había creído en un principio.
Una noche, sobre las 10, estaban los cuatro reunidos en la sala común. Matt y Tay estaban jugando al ajedrez muy concentrados, Selene se lo estaba pasando genial jugando al DDR** mientras Alana la observaba divertida en uno de los cómodos sofás cerda de la cálida chimenea. Al cabo de un rato empezó a reflexionar.
En todos los meses que había pasado en Hollow Castle, había empezado a buscar información que le revelase el paradero de su abuela, esa abuela que siempre había anhelado conocer. Ya sabía que si su abuela no se había ocupado de ella ni se había puesto en contacto con la chica, era porque no quería saber nada de Alana, pero aún así quería conocerla, por lo menos para saber algo de su pasado, para saber de dónde procedía. La directora le había prometido que un día le contaría todo, pero pasaban los días, y no decía nada. Cada vez que le preguntaba no le respondía nada. Una cancioncilla empezó a sonar sacándola de sus pensamientos. Era su móvil. Alguien le había escrito un SMS. Miró la pantalla y vio un nombre. Erik.

FIN DEL CAPITULO
                                                
*Risk: juego de estrategia militar, que consiste en dominar territorios del mundo estratégicamente.
**DDR: Dance Dance revolution, juego de varias consolas, con un tapete de baile, en el que tienes que ir siguiendo el ritmo y los pasos de bailes que te marque el juego. Está muy guay =D

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