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sábado, 30 de abril de 2011

CAPITULO 4 !! **The Middle** (Jimmy Eat World)

A la mañana siguiente Alana (O Fly), se despertó nerviosa, ya que le tocaba hacerse un test para encontrar su habilidad afín, y de todas formas no había podido dormir mucho así que estaba un poco cansada. Ya tenía toda la ropa colocada en el armario gracias a la ayuda de Selene, que con su habilidad con el viento pudo hacer levitar la ropa, y guardarla en su sitio, aunque después se puso a hacer volar todos los peluches de la habitación formando un verdadero caos.
Se levantaron de las camas, se ducharon, y se pusieron el uniforme. Era una camisa de color gris, con una corbata morada con el escudo de la escuela, que era una flor de loto, con un sol arriba y debajo una luna. Una falda de tablas, a cuadros grises y morados oscuro.
Después para darle su toque, Alana se puso unos calcetines negros hasta los muslos, y sus botas negras, de cordones, que le llegaban hasta las rodillas.
Cuando estuvieron vestidas, Selene la acompañó hasta la puerta de la sala de profesores, donde le harían el test.
-Mucha suerte, y ánimo – le dijo a Alana dándole un apretón de manos para transmitirle tranquilidad. – Ya nos veremos en alguna clase. – Y dicho esto, se fue hacia clase.
Alana se puso delante de la puerta, respiró hondo para coger fuerza, y llamó.
Al abrir la puerta, se encontró con una sala vacía. En un extremo, una fila de mesas con papeles encima, también había 3 profesores sentados detrás de las mesas. Dos mujeres y un hombre.
El hombre era bajito, anciano, con entradas, pelo de color gris, ojos amarillo ámbar; a su lado estaba la directora, y a su otro lado, una profesora bastante alta, muy esbelta, pelo cortito, escalonado hacia delante, de color miel y los ojos naranja.
-Buenos días señorita Williams, - saludó la directora – éste es el profesor Stephen Narrow, imparte clases de historia de la magia; y ella es la profesora Theodora Greengross, imparte clase de Herbología y pociones.
Alana hizo una inclinación de cabeza.
-Por favor, póngase en el centro de la sala, la profesora Greengross le proporcionará una poción que potenciará sus poderes durante un corto período de tiempo.
La profesora se levantó y le entregó un frasquito de color morado intenso.
La chica lo abrió, y le vino un intenso olor a mar. Reunió coraje y se lo tomó del tirón.
Al momento le empezó a entrar mucha calor y su marca de la muñeca le empezó a escocer.
Se quitó su muñequera de cuero, y apreció que la marca se le había coloreado de un color plateado azulado.
-¿Pero qué…? – Dijo Alana asustada.
-Tranquila, no te asustes, es algo normal que te escueza tu marca. Cada vez que el cuerpo de un mago nota que ha llegado el momento de encontrar su habilidad o afinidad, toda la magia que lleva acumulada, reacciona y crea una especie de quemadura, o en tu caso, que te escueza la marca de nacimiento. Esta marca sirve para identificarnos entre los magos, cada vez que nos acercamos a alguien con “la marca” lo notamos instantáneamente.
Alana suspiró aliviada.
-Bien, primero comencemos por algo sencillo, quiero que cierres los ojos, y te imagines una pompa de jabón. Intenta concentrar todo el poder dentro de ella.
Alana cerró con fuerza los ojos, apretó los puños y se concentró.
-Bien, un poco más… cuando veas que no puedes seguir conteniendo más ese poder, estira tu mano izquierda, y explota esa pompa de jabón imaginaria. Veremos lo que pasa – Dijo tranquilamente la profesora.
Alana seguía con los ojos cerrados, intentando concentrar todo su poder dentro de la burbuja, lo intentaba con todas sus fuerzas, pero no sentía nada especial.
De repente, se le pasó por su mente, la luciérnaga que había visto ayer, “Que raro”, pensó la chica,
Entonces su pompa mental explotó. La chica, asustada, abrió los ojos esperando ver algo raro a su alrededor, pero nada, todo seguía igual.
Alana no pudo evitar sentirse un poco decepcionada consigo misma, ¿Y si realmente no era una bruja? Pero, eso no era posible, ayer había curado a aquella pequeña luciérnaga…
-Vaya querida, no está mal – Le sacó de sus pensamientos la directora.
Alana sorprendida, volvió a mirar a su alrededor, pero seguía sin ocurrir nada, entonces, notó como una especie de revoloteo en su mano. Sorprendida se dio cuenta que tenía en ella, la misma luciérnaga de ayer.
Alana sonrió satisfecha e ilusionada a la vez.
-Muy bien, muy bien – la alentó el profesor Narrow. – ahora comprobemos si es corpórea o no, por favor, deje que la pequeña luciérnaga vuele.
La chica, un tanto desilusionada, acabó de abrir la palma de la mano, y la impulsó hacia arriba.
La pequeña luciérnaga salió revoloteando, aunque no se alejó mucho, daba vueltas alrededor de la chica. Alana volvió a sonreír. El profesor Narrow alargó la mano sobre la mesa, y con el dedo toco a la luciérnaga.
-¡Vaya! – Exclamó sorprendida la profesora – veo que tenemos entre nosotras a una realudibrimus…
Al ver que Alana ponía cara de incertidumbre, la directora añadió:
-Es decir, los que tienen la capacidad de crear objetos de la nada, ilusiones corpóreas…
-Bueno, - dijo el profesor -  ahora que sabemos cuál es tu habilidad, acércate a la mesa para rellenar tu horario de clases.
Alana obedeció y se acercó a la mesa, pero ocurrió algo extraño. En el momento en que se puso al lado de una vela encendida que había en la mesa, ésta se convirtió en una llamarada, derritiendo toda la vela. Alana asustada retrocedió dando un traspié. Los profesores se quedaron mirando a la chica, y a la vela consumida con la boca abierta.
-Interesante – Dijo el profesor Narrow sonriendo – Bien, probemos una cosa, por favor señorita Williams, vuelva a colocarse en el centro de la sala.
Alana asustada, volvió al centro. ¿Qué había pasado? La chica pensó que le podía haber hecho daño a alguno de los profesores y que a lo mejor la expulsaban. Pero no había sido su culpa.
-Por favor, profesora Greengross, proceda. – Dijo la directora pasándole una bolsita con polvos negros.
La profesora se levantó y se colocó frente a la chica.
-Bien, señorita Williams, no se asuste, sólo queremos comprobar una cosa ¿De acuerdo?
Alana asintió medio asustada.
La profesora se echó unos cuantos polvos en la palma de la mano, la levantó y se los sopló a Alana encima.
En un momento los polvos se habían convertido en llamaradas que iban directamente a su cara. Alana aunque le habían dicho que no se asustara, no pudo evitarlo, y como un acto reflejo levantó las manos para protegerse. Deseó que las llamas se apartaran y desaparecieran, y fue exactamente lo que pasó.
Las llamas antes de llegar a ella, se pararon y durante un segundo quedaron en el aire, desapareciendo después.
-¿Está loca? – Le dijo molesta a la profesora – podría haberme hecho mucho daño.
-Tranquila – le dijo la profesora Greengross – es solo una ilusión que he creado para comprobar si podías dominar el fuego. Y parece que si puedes – sonrió ampliamente – mírese la muñeca.
Alana dirigió su mirada dónde le indicó la profesora, y se quedó sorprendida. La marca en media luna le brillaba de nuevo con ese tono gris azulado, pero alrededor aparecieron trozos rojos anaranjados, que formaban cómo una gran llama envolviendo la luna.
-¿Pero que me ha pasado? – preguntó maravillada Alana.
-Eres ignómata – dijo la profesora Greengross sonriendo – controlas el fuego.
-Pero también soy realudi… no sé qué – pensó en voz alta Alana – eso quiere decir que soy…
-Una bisollertiae – le terminó la frase la directora.
Alana la miró y vio que tenía una sonrisa triunfal en el rostro.
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Alana se encontraba en el pasillo mirando su horario: eran las 10.15, estaba a punto de comenzar Historia.
Se dirigió a la segunda planta.
Por el camino veía a muchos grupos de chicos, de distintos aspectos, pero todos con el mismo uniforme. Algunos de los chicos, al pasar la Alana, se la quedaban mirando. La chica supuso que era porque había llegado en mitad del primer trimestre, y sentirían curiosidad por una chica nueva. No podía dejar de pensar emocionada en qué consistiría cada clase. Miró el horario de nuevo, y leyó las asignaturas: Magia elemental, Magia blanca, Psicomancia… ¡Hasta defensa personal! De repente se puso nerviosa, y empezó a revolvérsele el estómago. ¿Y si no lograba encajar? ¿Y si lo hacía todo mal? ¿Y si no servía para todo aquello? Todo era nuevo para Alana, y no sabía muy bien como encajarlo. De la noche a la mañana había pasado de ser una chica limpiando en una casa, sin futuro, sin amigos, ni nada, a ser una chica con amigos, en un colegio mágico, con muchas cosas que aprender y todo por hacer.
-“Uno de mis sueños se ha hecho realidad” – Pensó contenta Alana recordando el deseo que  le pidió a la estrella fugaz la otra noche.
Después de preguntar a varias personas dónde estaba el aula donde se iba a impartir Historia, la encontró finalmente. La puerta estaba abierta, y algunos alumnos entraban en la sala. Tomó varias veces aire y entró. El aula era bastante amplia, con pupitres ordenadamente colocados en dirección a la mesa del profesor. Atrás había una amplia pizarra electrónica y en la parte izquierda había un amplio balcón con las puertas abiertas, colándose por ella una suave brisa que mecía las cortinas. Algunos chicos y chicas ya se estaban sentando en los asientos, así que Alana empezó a mirar donde sentarse.
-¡Fly! – le llamó una voz familiar.
Era la pequeña Selene, que se subió a la mesa mientras felizmente, le agitaba los brazos enérgicamente para llamar su atención. Matt estaba al lado suyo, intentando bajar a Selene y Tayson miraba la escena resignado, desde el pupitre de atrás.
-¡Honey! – Saludó Matt - ¿Cómo te ha ido todo?
La chica les contó todo lo que le había pasado y cuando terminó, todos parecían emocionados e incrédulos a la vez.
-¿Tú? ¿Una bisollertiae? – Tayson parecía dudarlo
-¡Es fantástico! – Gritó Selene – ¡mi compi es como yo! ¡Formemos el club privado de las bisollertiae!
-Realudibrimus e ignómata… - dijo feliz Matt – ¡eso es súper fantástico!
-Chicos sentaos, que ya viene el profe – dijo Tayson sentándose en su silla.
Al final Alana acabó sentándose con Selene, justo en los pupitres que había delante de Matt y Tayson. El profesor, que era el mismo que le había hecho el test, ya estaba en su mesa sacando su libro.
-Buenos días – saludó alegremente el profesor.
-Buenos días profesor Narrow – saludaron los alumnos.
-Ayer llegó una alumna nueva al colegio – informó Narrow – es la señorita Alana Williams – dijo mirándola directamente – espero que seáis amables y hospitalarios con ella.
Alana se puso colorada.
-Y ahora sacad vuestros libros por favor – pidió el profesor
Todos le hicieron caso. Alana miró a su alrededor preocupada, ella no tenía libro. Volvió a mirar al profesor Narrow, y éste le guiñó un ojo. Cuando bajó la mirada, un libro de título: “Historia de la Magia” estaba en su mesa. Volvió a mirar al profesor y le sonrió.
-Bueno, - empezó el profesor Narrow – hoy vamos a seguir con las conquistas de las sirenas y los tratados de paz de los tritones.
Alana no había oído una historia tan descabellada y fascinante al mismo tiempo. Y pensar que ocurrían y habían ocurrido cosas tan emocionantes todos los días, y ella sin saber nada de aquel mundo tan interesante… le entró rabia de pensar en todos aquellos años perdidos en casa de los Blackborn mientras el patán de Liam le hacía la vida imposible. Si hubieran surgido sus poderes antes, seguramente habría sido todo muy distinto…
-… la coronación de Telxípea en el año 1352 causó la consolidación de los reinos de Shalménbrica… - seguía explicando el profesor.
La chica se pasó toda la hora y media prestando atención sin desconcentrarse ni un solo segundo. Cuando sonó el timbre, Alana se sobresaltó. No se podía creer que la hora se le hubiera pasado tan rápidamente. Al salir de la clase, la muchacha estaba muy emocionada por su primera clase:
-Ha sido una pasada – explotó llena de alegría – no sabía que la historia podría ser tan interesante.
Matt y Selene se le quedaron mirando como si estuviera loca de remate, en cambio Tay, le sonreía.
-Por fin encuentro alguien que cree que las clases son interesantes – se alegró Tay poniéndose bien las gafas.
-Eso es porque eres un maldito empollón – le recriminó Selene sacándole la lengua, después abrazó a Alana – no te preocupes, no te dejaremos caer al lado oscuro de la fuerza.
-¿Cómo puedes decir que historia es interesante? – Matt bufó – pero sí creo que es la asignatura más aburrida de todas.
-Si supierais cómo es la asignatura de historia que dan los demás, no diríais que es aburrida. – contestó Alana.
En clase tenía que concentrarse para no quedarse dormida, y es que su profesor de historia antiguo hablaba susurrando  y arrastrando las palabras de un modo que hacía que la gente se quedara dormida en clase. Sin duda, historia de la magia era mucho mejor.
-¿Qué clase tienes ahora Fly? – le preguntó Matt.
Alana sacó el horario de su mochila y lo miró.
-Tengo magia elemental – contestó
-¡Guay! ¡Como nosotros! – Gritó Selene emocionada – Esta es una de las clases que más me gustan.
-Esta asignatura te ayuda a controlar mejor los elementos – le explicó Tay – por ejemplo el agua, la tierra y eso. Los que tienen una habilidad elemental como por ejemplo tú,  Alana, o en caso de Selene, con habilidades elementales, ésta clase es de mayor importancia y se os contará más para la nota, además, los profesores de cada asignatura, suelen dar mucha más caña a los alumnos que tengan una habilidad que sea más afín a su asignatura. – Tayson rió – Así que ya te puedes estar poniendo las pilas.
-Gracias por ponerme más nerviosa de lo que estaba – dijo Alana con ironía – Además, ahora me has acojonado.
-No te preocupes Honey – la calmó Matt poniéndole una mano en el hombro – el profesor Freeman es muy buena gente y amable, no tendrás problemas.
Al llegar a clase Alana se encontró con un aula bastante parecida a la de historia, solo que en las paredes había cuadros de varias personas, y otra puerta en el lado derecho de la clase. Poco a poco fue llegando la gente hasta que la sala estuvo llena de alumnos. Finalmente llegó el profesor, pero éste en vez de sentarse en su sitio, se dirigió hacia la puerta que había y la abrió añadiendo:
-Hoy toca clase práctica, así que vamos a la sala de entrenamientos.
-¡Qué bien! – comentó Selene alegre. Cogió de la mano a Alana tirando de ella para dirigirse rápidamente a la sala por la que había entrado el profesor - ¡Vamos Fly!
La habitación en la que entraron eran muy amplia, y el techo era muy alto. Las paredes y el suelo eran de un metal y tan solo había unas pequeñas ventanitas arriba del todo. Unas enormes luces iluminaban cada rincón de la habitación.
-Hoy vamos a practicar las descargas eléctricas a objetivos fijos – explicó el profesor – Bien, coged esas latas vacías y repartíos individualmente por la sala.
Los alumnos fueron a coger las latas y se colocaron por la habitación.
Alana fue a seguir a sus compañeros pero el profesor se puso delante.
-Buenos días señorita Williams, soy el profesor Angus Freeman – se presentó amablemente el profesor.
-Bueno días – saludó ella.
-Usted hará otro ejercicio debido a que no sabe nada de esto todavía. – Le explicó – tengo entendido que es ignómata, así que vamos a empezar con un ejercicio sencillo.
Chasqueó los dedos y a su lado apareció una pequeña mesa con varias velas.
-Hoy intentará hacer aparecer una llama y manejarla a su antojo. – Viendo la cara de inseguridad de Alana, añadió – no te preocupes, parece difícil, pero no lo es. Solo tiene que concentrarte, pensar en el fuego, en su calor y desear que aparezca.
-De acuerdo – asintió Alana
-Vendré de vez en cuando a ver cómo vas, y si te puedo ayudar en algo – y dicho esto se fue.
Alana, apesumbrada, pensó que nunca iba a lograr hacer aparecer fuego, pero después siguiendo los consejos del profesor, consiguió encender una vela. Resultó no ser tan difícil y cuando ya llevaba una hora y cuarto practicando, había logrado encender todas las velas. Aunque la chica se sentía como una idiota, apartada del resto de la gente, con un nivel tan bajo, estaba emocionada. El profesor, que iba a ver cómo iba cada poco tiempo, la felicitaba por sus progresos. Claro que eso no era nada comparado con lo de Selene. Su amiga, que parecía estar pasándoselo de lo lindo, hacía aparecer en sus manos esperas de electricidad, que lanzaba con rapidez y precisión a las latas, que acababan fritas literalmente. Los chicos que tenía al lado la miraban con una mezcla de temor y admiración al mismo tiempo y el profesor la felicitaba constantemente. Se notaba a la legua que el alumno favorito del profesor Freeman era la pequeña Selene.
-Chibiyue, hoy te has vuelto a superar – la elogió Matt cuando terminó la clase.
-Es que hoy me sentía potente. – Le explicó alegremente Selene – tú has estado fantástica Fly.
-Si con fantástica te refieres a encender una insignificante vela…
-No digas eso – le dijo Matt – yo el primer día no pude ni congelar un dedal, así que… - miró a Selene – todos deberíamos fijarnos y tomar como ejemplo de cómo lo hace Chibiyue.
-Bah, - soltó Tay – tampoco  lo hace tan bien.
Por ese comentario Tay se ganó una descarga de Selene.
Pasaron los días, y después, los meses. Alana cada día mejoraba más. Gracias a las clases particulares del profesor Freeman y la directora, que impartía Psicomancia, la chica se convirtió en una de las mejores alumnas de la clase. Para Alana, lo mejor que le había pasado en la vida, era haber entrado en Hollow Castle.
Además, gracias a todos los profesores,  había llegado a aprender una barbaridad acerca de la magia. Gracias a la profesora Proud, que daba magia blanca, había aprendido a curar y a proteger a las personas; su hermana gemela, la profesora Purewise, le había enseñado a cuidarse de la magia negra, con la profesora Todd, de hechizos básicos, había aprendido a hacer unos hechizos muy útiles; la profesora Greengross, le había mostrado la utilidad de muchas plantas en Herbología, y el profesor Freeman le enseñó a dominar los elementos; la señorita Morgenstern le mostró el lenguaje de las estrellas, el profesor Narrow le desveló el origen de la magia. Gracias al profesor Tsukushi había aprendido como defenderse de otros sin habilidades mágicas, y la directora la había ayudado a fortalecer su mente y mejorar su habilidad de crear objetos de la nada.
Alana se sentía una persona nueva, más fuerte y segura de sí misma, dejando atrás aquella chica perdida, sin sueño y sin futuro.
-------------------------------------------------   (SELENE)
-Menudo rollo – comentó Selene apoyando la barbilla sobre sus manos.
Alana y ella se hallaban en el aula de Psicomancia esperando a que llegase la profesora  dar clase. En la anterior hora habían dado historia, la clase que según Selene era la más aburrida. Aunque lo bueno era que solo tenía dos horas a la semana, por lo que no tenía que sufrir mucho. Selene se hallaba sumida en sus pensamientos cuando Alana, que se sentaba a su lado, le dio un codazo.
-Presta atención, - susurró la chica – que después no te enteras de lo que hay que hacer.
Selene parpadeando varias veces, vio que la clase ya había comenzado y que la directora estaba hablando.
-Hoy quiero que intentéis realizar un ejercicio complicado – explicó la profesora recorriendo la clase con la mirada – vais a intentar hacer una premonición de vuestro compañero, el que tengáis al lado. No espero que os salga a la mayoría, pero si os esforzáis podréis hacerlo. Además, los que consigan hacerlo se llevarán una buena nota que tendrá valor en las calificaciones finales. – Añadió – Ya podéis comenzar.
-Uf, no creo que lo consiga – informó Alana haciendo una mueca – empieza tú.
-¡JA! – Rió Selene – eres una cagada, nunca quieres empezar ningún ejercicio tú primero.
Alana sonrió y le sacó la lengua. Selene le puso la mano encima del hombro, e intento concentrarse.
-No me des ninguna descarga ¿eh? – bromeó Alana.
Selene pensó que era increíble lo bien que se llevaban las dos chicas, y que en los pocos meses que había estado juntas, se habían convertido en muy buenas amigas. La chica admiraba mucho a Fly, por cómo era y todo lo que había mejorado en pocos meses. Incluso teniendo el pasado que tenía  Alana. Hace unos días que Fly había decidido contarles toda su vida a ella y a los chicos, y desde aquel día la apreciaba mucho más que antes. Se había dado cuenta de que en comparación con su amiga, Selene era una niñita un poco mimada y caprichosa, que no apreciaba lo que tenía.
-“Es increíble” – Pensó Selene, cuando Alana terminó de contar su pasado – que una chica que no tiene padres, ni familia, ni hogar, con la directora como tutora y con todo lo que le ha pasado siempre, tenga una sonrisa en los labios para regalarnos a todos. Aun sabiendo que cuando salga de aquí no va a haber nadie que la reciba con los brazos abiertos, y le diga: “Bienvenida a casa”.
Selene miró a Alana con detenimiento: sus grandes ojos color gris plateado la miraba fijamente y sus labios carnosos formaban una sonrisa burlona.
A Selene, Alana siempre, desde el primer momento en el que la vio, le había recordado a un tipo de piedra mágica llamada Sherkia. La piedra era muy bonita, de color negro y gris brillante, igual que el pelo y los ojos de su amiga. Eran piedras muy valiosas, y si las cuidabas bien no pasaba nada; pero si se las manipulaba sin ningún tipo de cuidado, ardían fieramente y no se podían apagar, y cuando las llamas llegaban al núcleo, explosionaban, liberando tal cantidad de energía, que podía llegar incluso a destruir un pueblo entero. Alana era igual que aquella piedra.
-¿Qué pasa? – le preguntó Fly bromeando - ¿Tengo monos en la cara?
-No – le contestó Selene – pero si me hablas, es imposible mantener la concentración, y así, no hay premonición ni nada.
-Bueno, ya vale – habló Alana – ahora me toca a mí intentarlo, que tú ya llevas mucho tiempo.
-De acuerdo – se rindió por fin Selene.
Pero de pronto pasó algo. Justo cuando fue a quitar la mano de su compañera, sintió que algo tiraba de ella hacia arriba. La chica cerró los ojos asustada por la sensación, aunque después los fue abriendo lentamente. La clase había desaparecido, y estaban en un lugar completamente blanco. No era una habitación ni nada de eso, simplemente no había nada.  Selene se giró para buscar alguna salida y se encontró con que allí también estaba Alana, a unos seis metros de ella. Fue a acercarse y hablar con ella, pero por más que andaba no se movía de su sitio.
-“Esto debe de ser una premonición” – pensó Selene.
De repente aparecieron un grupo de personas a las que no se les veía la cara, la chica quería ver quieres eran, pero como en algunos sueños, no podía ver sus rostros. En el grupo había dos personas que estaban más cerca de Alana, mirándose fijamente la una a la otra. Selene no sabía cómo interpretar aquello. Un segundo después, la sala se fue oscureciendo progresivamente, y un sentimiento de angustia, dolor y miedo intenso, azotaron el corazón de Selene. Ésta, sorprendida, se llevó la mano al corazón cerrando los ojos con fuerza, y cayendo  de rodillas contra el suelo. Un grito desgarrador hizo que Selene abriera los ojos y mirara al frente. Alana estaba también arrodillada en el suelo, llorando con la cara llena de sangre y un cuerpo sin vida entre sus brazos, mientras gritos desesperados resonaban por todas partes. La chica, a la que le latía el corazón con fuerza, cerró los ojos y se tapó los oídos con las manos, deseando que todo acabara.
-Selene – la llamó una voz.
-¿Qué? – respondió la joven abriendo los ojos.
Otra vez estaba de vuelta en el aula con Alana sentada frente a ella sonriendo.
-He dicho que ya me puedes soltar. – Le dijo señalando la mano de Selene que se cerraba fuertemente en el hombro de Alana – a no ser que quieras destrozarme el hombro.
-Lo siento – retiró la mano rápidamente.
-Estas sudando – observó Alana.
-Es que tengo calor – mintió. No podía contarle lo que había visto, sin duda debía de ser un error.
-¿Has tenido alguna premonición? – se interesó su amiga emocionada.
-No – contestó Selene con una sonrisa forzada. Estaba temblando. – En absoluto.

FINAL DEL CAPITULO =D!!

lunes, 25 de abril de 2011

CAPITULO 3 **Fireflies** (owl city) ((por una vez no es rock =D))

-¡Matt! – Gritó alegremente la compañera de Alana mientras corría hacia el chico y le abrazaba - ¿Se puede saber por qué narices abres así la puerta so cacho de burro? – le regañó
-¡Ay! – se quejó él, mientras la apartaba - ¿Por qué me muerdes?
-Porque has sido malo – respondió la chica mientras le sacaba la lengua.
-¡Matt! -  dijo otro chico más bajo, y moreno que acababa de entrar por la puerta. Tenía el pelo corto, con gafas y los ojos marrones muy oscuro con pecas en las mejillas. Vestía unos sencillos pantalones vaqueros, con una camisa de mangas cortas amarilla y unas zapatillas de deporte  – Espera, que la chica nueva ya está…
-Ay Tay, cariño mío, has llegado un poquito tarde ¿No crees? – Dijo Matt mientras se giraba con gracia para ver al otro chico.
El chico moreno se giró, y se sonrojó cuando vio que Alana le estaba mirando.
-Ho-hola – saludó tímidamente el chico – me llamo Tayson Moreno – le tendió la mano.
Alana se la estrechó.
-Yo soy Alana Williams.
Matt se puso entre medio de los dos con teatralidad.
-Oh, es verdad – empezó – que mal educado. Soy Matthew Greeney.
El chico era muy alto y delgado,  y unos grandes ojos azules claros.
-¿Tú te has presentado? – Le preguntó Tayson a la compañera de Alana con cara de no fiarse un pelo.
-¡Anda! – dijo la otra con cara de inocente, poniéndose las manos en la boca – No me he dado cuenta – corrió hacia donde estaba Alana y le dio un fuerte abrazo, mientras le decía - ¡Hola compi nueva! ¡Me llamo Selene Shootingstar! ¡Y voy a ser tu mejor amiga!
Selene empezó a reírse, mientras cogía todos los peluches de su cama y comenzaba a tirarlos por los aires.
Mientras tanto, Tayson, se ponía bien sus gafas y se sentaba en una silla, Matt, se acercó al centro de la habitación y cogió el peluche sin cabeza, lo levantó y dedujo:
-No sé por qué me da, que esto no lo has hecho tu Alana, cariño…
-Cuando yo llegué, estaba ella – dijo señalando a la feliz Selene – sacándole el relleno…
-Ya me imaginaba yo… A ver Honey, ¡¿Se puede saber que diantres te ha hecho el señor Manchitas?! – Regañó Matt a Selene.
-El señor… ¿“Manchitas”? – Dijo Alana mientras ponía cara rara.
-Sí, vete acostumbrando, te has ido a topar con un grupo un tanto “especial”, o sino, espera y verás… - Advirtió Tayson desde el otro lado de la habitación.
-¡Yo no he hecho nada!, ¡Estaba así cuando llegué! – Dijo Selene mientras hacía “pucheritos”
-¡Chibiyue! ¡No seas mentirosa!
-¡Yo no soy mentirosa! ¡El señor Manchitas no ha querido tomarse su medicina cuando le correspondía! y… y…
-Mierda, se está empezando a enfadar, Alana, te aconsejo te pongas a cubierto – Volvió a advertirle Tayson.
-… ¡Y a mí, nadie me desobedece! ¡Por lo que el señor Manchitas merecía ser castigado! – Mientras decía esto, empezó a soplar un fuerte viento, y el pelo de la chica empezó a electrificarse - ¡TENIA QUE SER DECAPITADO! ¡DECAPITADO!
Ahora que se fijaba Alana, el señor Manchitas estaba todo empapado por dentro. La muchacha pensó que aquella gente era muy rara.
-“Pero por lo menos – pensó – no estoy en casa de los Blackborn” – mientras sonreía.
Un rato después, cuando Selene se hubo calmado, y Matt recogió todo el relleno del suelo, Tayson se dirigió a Alana:
-¿Te han enseñado ya el colegio? – Le preguntó a Alana mientras se ponía bien las gafas.
-No, todavía no – le respondió ella – me han traído aquí y… - dirigió una mirada hacia Selene, la cual estaba tranquila mirando por la ventana – no he salido más. La profesora me dijo que mi compañera me enseñaría el colegio, pero puedo verlo yo sola.
Selene giró la cabeza hacia ella y se puso en pie.
-¡Ah! No, de eso nada -  le cogió de la muñeca y la arrastró hacia la puerta - ¡Nos vamos al centro!
-¡Esperad! – Gritó Matt eufórico – Nosotros también vamos – cogió a Tayson, quien tenía cara de mártir, por la espalda, y se dirigió hacia la puerta.
-¿Centro? ¿Qué centro? – Preguntó Alana sin fiarse.
-Pues al pueblo, ¿Dónde va a ser? – contestó Matt.
-Pero, es que… - Empezó Alana
-Hoy es domingo - Dijo Selene alegre -  ¿Dónde quieres meterte?, hoy hay que salir, ¡Fiesta!
-Fiesta no ¿eh? – Dijo Alana mientras se le dibujaba una sonrisa, la primera sonrisa desde que llegó.
-Alana – le explicó Tayson – No vamos a una fiesta de verdad, es que es una frase que dice muchas veces.
-Pero si yo todavía tengo que deshacer las maletas…
-¡FIESTAAAAAAAAAAAAAAAAA!
El centro estaba abarrotado, como todos los domingos. Había mucha gente joven por las calles con sus pandillas, aprovechando el día libre y el tiempo tan bueno que hacía.
-Bueno – dijo Tayson desperezándose - ¿Dónde quieres ir?
Matt le dijo a Selene algo en el oído. A la chica se le iluminó la cara y dando saltitos, canturreó:
-A la tienda de chuches. ¡De chuches!
-Está bien – Dijo Tayson  cansinamente. A Alana le recordó a un padre cansado de dejarse arrastrar por sus hijos.
La tienda de chucherías era pequeñita, pero tenía un montón de cosas. Había de todo: regaliz, saras, nubes de azúcar, chupachups, chocolate… El paraíso de los niños pequeños… y de Selene, quien se estaba volviendo loca, comprando de todo. A Alana por el contrario le empachaban mucho las cosas dulces, y prefería lo salado. Al final, salieron de la tienda cargados de cosas (La mayoría de Selene)
-¿Y para qué quieres tantas chucherías? Esto es demasiado – Dijo Alana a la chica.
-Es que tiene que durar para toda la semana – contestó Selene.-Después le dirigió una mirada de rencor a Tayson – Además, éste se las come casi todas.
-¡Eso no es verdad! – Dijo dolido Tayson, aunque después se sonrojó un poco – Bueno, algunas sí que me como.
-¿Queréis ir a la tienda de música? – Preguntó Matt.
-¡Sí! – Dijo animadamente Selene – quiero tocar el piano
-Dirás, intento de tocar el piano ¿No? – se mofó Tayson.
Selene le dirigió una mirada asesina, después se giró hacia Alana de nuevo sonriente.
-¿Sabes tocar algún instrumento? – le preguntó
-Pues ahora que lo dices, si - le contesto – se tocar el piano.
-vaya, eso sí que es curioso – habló Matt -¿Quién te enseñó?
-Pues… -  empezó Alana poniéndose nerviosa – me enseño el señor Blackborn.
-Me suena de algo ese nombre – dijo pensativo Tayson - ¿Cómo es?
Matt, viendo la cara de agobio de Alana intervino:
-Bueno, otro día nos lo contara Tay, ahora vamos a la tienda.
-Gracias – le dijo Alana a Matt, mientras Tay y Selene andaban delante de ellos.
-No hay que darlas – le contestó, guiñándole un ojo – si no quieres contar algo, no estás obligada.
Alana sonrió amablemente. Puede que el grupo fuera rarito, pero con esa gente se sentía a gusto, como de la familia. Se sentía feliz. Pero la felicidad le duró poco. Cuando fueron a entrar en la tienda de música, Alana se paró en seco. La angustia la invadió de nuevo, impidiéndole respirar. Ahí estaba, dentro de la tienda, con su verde mirada ausente, Liam.
-Vamos Alana – le llamó Tayson. Los demás se giraron al ver que no avanzaba - ¿Qué te pasa?
-Me duele mucho la cabeza – dijo Alana, quien no podía apartar su mirada de Liam ¿Por qué tenía que verlo de nuevo? No quería saber nada más de él, y este parecía que aparecía a posta para atormentarla – y me estoy mareando. No quiero estar con tanta gente, me agobio.
Selene siguió su mirada hacia Liam, y entrecerró los ojos. Matt pareció darse cuenta, y se volvió cogiéndola del brazo.
-Está bien – dijo alegremente el chico – vámonos al sitio de siempre.
Volvieron a los terrenos del colegio, pero en vez de entrar dentro, se dirigieron hacia un bosque  que había un poco alejado.
-¿Debería saber algo, o lo cuentas otro día? – susurró Matt, pues seguía cogido del brazo de Alana.
Selene iba delante, subida a la espalda de Tayson mientras le gritaba que corriera más.
-Mejor otro día – suspiró ella – ahora no estoy preparada.
-De acuerdo – Dijo Matt.
Seguían andando tranquilamente por el bosque, oyendo cantar a los pájaros, cuando se le ocurrió preguntar algo.
-Esto… - empezó. Matt la miro amablemente – Selene es siempre así de…
-¿Loca? – Matt rió – No. Parece una loca y eso, pero en realidad es muy inteligente, se fija en todo. Sólo que se hace la tonta.
-Pero… ¿Por qué? – Alana no lo entendía.
Matt se encogió de hombros.
-Porque es así, es simplemente ella.
-Vaya… que curioso…
-Y no solo es “rara” en eso, también es una bisollertiae – Comentó Matt.
Al ver que la chica ponía cara de incertidumbre añadió:
-¡Vaya!, veo que eres nueva en todo esto, ¿No son tus padres brujos? ¿O tienes alguna familia cercana a la magia?
-No tengo familia, mis padres murieron.
-“vaya… que curioso…” – Sonrió Matt mientras la imitaba.
Alana le devolvió la sonrisa.
-Pues verás, como ya sabrás… - se quedó pensando -  o no… los magos pueden dominar un tipo de habilidad mágica: Fulmens, Ignómatas, Mutos…
-Ful… ¿Qué?
Matt volvió a sonreír.
-Magos que manejan la electricidad, el fuego, que pueden cambiar de forma…
-¡Vaya! – comentó Alana.
-Pues lo dicho, cari, que Chibiyue es una bisollertiae, es decir, que puede manejar dos tipos de habilidades mágicas, y no, antes de que lo preguntes, son raras las personas que pueden manejar dos tipos de magia. Y sino, fíjate cuando Selene se enfada.
Matt señalo a Selene, que acababa de caerse de encima de Tayson, y se levantaba con cara de enfadada.
-Fíjate que de repente se girará mucho viento -  y así fue, de repente empezó a soplar un fuerte viento – Esa es una de las habilidades que maneja, el viento, por lo tanto es Aerus, Y la otra es…
-¡Su pelo!, parece como si tuviera electricidad…
-¡Bingo!, la otra habilidad es la electricidad, Fulmens – Dijo Matt contento de que lo pillara. – Tayson, bueno, lo puedes ver ahora por ti misma – señaló con la cabeza en dirección al chico. Cuando Alana le miró, se quedó con la boca abierta.
Tayson se concentró y empezó a cambiar. Empezó a decrecer, a salirle pelo y en un instante, en el lugar donde había estado el chico, había un pequeño y adorable hurón albino, de ojitos rojos.
A Selene le cambió la cara de enfado a una de adoración. Cogió al pequeño hurón y lo espachurró en un fuerte abrazo, mientras gritaba.
-¡Que mono! ¡Vale, te perdono!
-¡Es increíble! – Señalo Alana – puede convertirse en animal.
-No solo en animal – le explicó Matt – puede transformarse en todo lo que quiera. Es un muto.
-¿Y solo tiene una habilidad?
-Si, como ya te dije antes, es muy raro tener dos habilidades. Pero con esto no quiero decir que no se manejen las demás habilidades, solo que tienes más “potencia” con una en específico.
-¿Y tú?, ¿Cuál es tu habilidad? – Preguntó con curiosidad la chica.
Matt volvió a sonreír, frunció un poco el ceño. Al momento se volvió a girar una ráfaga de viento, pero esta vez muy frio. En la mano del chico empezó a formarse mucha escarcha.
-Para ti – Dijo Matt mientras le tendía una rosa hecha de hielo.
-¡Impresionante! – añadió sorprendida Alana.
-Lo sé, forma parte de mi encanto – dijo mientas guiñaba un ojo.
-Matt es un gelugis – dijo Selene de repente, apareciendo por detrás.
Alana pego un bote.
-¿Cómo has aparecido detrás tan silenciosamente? – preguntó la chica con la mano en el corazón, que le latía muy rápido.
Selene rió, y se puso como si estuviera meditando. Esta, empezó a levitar y a mecerse suavemente.
A cada minuto que pasaba, Alana alucinaba más. Todo aquello era fantástico, y se moría de ganas por poder hacer algo ella también.
-¿Y cómo puedo saber qué tipo de habilidad manejo yo? – preguntó con curiosidad.
-Normalmente – añadió Tay mientras volvía a convertirse en humano -  todos los que ingresan en Hollow Castle, ya saben qué tipo de habilidad manejan, ya que se les manifiesta desde pequeños.
Alana puso cara de tristeza y preocupación.
-¡Peeero! Siempre hay alguna excepción, como pareces ser tú, en cuyo caso, creo, que te harán como una especia de test, o algo raro mañana.
-Pero tranquila, no te pongas nerviosa, seguro que te sale muy bien – intentó animarla Matt.
De repente pararon. Alana estaba a punto de preguntar por qué no seguian caminando, cuando vio que se hallaban en un claro del bosque.
Formaba una especia de círculo, rodeado de espesos árboles, y matorrales con flores y con rocas grandes repartidas.
-Bienvenida a nuestro sitio de siempre – Habló Tayson, frente a ellos con los brazos abiertos.
-Es bonito – opinó  Alana
-Y no lo has visto todo – le confesó Selene guiñándole un ojo.
Cogió a Alana por debajo de los brazos, y se impulsaron hacia arriba. La chica notó una suave brisa que la envolvía, le acariciaba la cara, y mecía su pelo. Unos segundos más tarde, se encontraban en una habitación hecha de madera. Era pequeña, con ventanas en cada pared, y en frente una mesita hecha de madera, con cuatro sillas.
-Siéntete como en tu casa – Dijo Matt que acababa de trepar por las escaleras. – Siéntate.
Alana se sentó mirando todo emocionada. Siempre había querido entrar en una casa del árbol. De pequeña oía siempre a los demás niños decir que tenían bases secretas o casitas en los árboles, y aunque nunca lo había dicho, siempre sintió envidia de ellos.
-Chica nueva – le llamo Matt sonriendo. Alana se giró para mirarle - ¿Quieres un batido de vainilla?
Esta asintió. Matt se dirigió hacia una estantería donde había una especia de trozos de hielo grande, y cogió uno. Se concentró y el hielo se derritió dejando ver una botella de batido de vainilla.
-Ahí va – le dijo a Alana mientras se lo tiraba
-Bueno – Dijo Alana mirando a sus compañeros, que ya estaban sentados - ¿Vais a contarme algo de vosotros?
-Mm… no se – se quedó pensando Tayson – tú no nos has contado nada de ti.
-No le hagas caso a Tay – Dijo Selene mientras le daba una colleja – es un plasta, y además está de coña.
-¿Quién quiere empezar? – preguntó Matt
-¡Yo! – Gritó Selene emocionada – Tengo 17 años, vivo en Landfield con mi padre y mi hermanito mayor. Mi padre es director de una empresa de moda y mi hermano acaba de acabar sus estudios en investigación de la magia elemental. Tengo un gatito que se llama Lady Marmalade, pero todos le llaman Lady M, y es muy listo porque sabe rodar y hacer el pino, y a veces también canta (a su manera), tiene un problema muy serio: no le gusta el pescado, a ver dime, ¿a cuántos gatos no les gusta el pescado? Y yo pues siempre tengo que darle…
-Creo que ya has contado muchas cosas ¿No mi querida Honey? – le cortó Matt. Selene  se enfurruñó y se cruzó de brazos.
-Pero es que yo quería contar cuando Lady M se comió una poción que hice en una clase de…
-Toma Selene, ¿Quieres una chuche? – La distrajo Tay
-Bueno, creo que ahora me toca a mí… - Comenzó Matt. – Como ya dije en su momento, mi nombre es Matthew Greeney, tengo 19 y soy la diva de este lugar…
Todos rieron
-Bueno, mi color favorito es el rosa fucsia, me encanta cotillear y los culebrones de brujos. Vivía con mis padres y mis hermanos en la gran ciudad, de hecho, era vecino de Selene, nos conocemos desde pequeños.
-Cuando Matt era pequeño, se comió “Accidentalmente” una bola de barro que había en mi mano – rió Selene – y…
-Toda mi familia… - Matt puso una cara muy seria – se ha dedicado siempre al estudio de la magia negra, es tradición en mi familia… aunque creo… que yo me dedicaré a otra cosa – volvía a sonreír – Y creo que ya he dicho suficiente, Tay, es tu turno.
-Mi nombre es Tayson Moreno, tengo 18 años, mi familia es española, de ahí mi apellido. Llegué hace dos años a esta institución, y me adelantaron varios cursos debido a mi habilidad mágica. Soy un muto, actualmente vivo solo…
-¡Calla ya! – Interrumpió Selene – eres muy aburrido…
-Bueno Alana, cuéntanos algo de ti – animó amablemente Matt
-Tengo 17 años, no tengo familia, mis padres murieron en un accidente de helicóptero, por lo que los mejores amigos de mis padres, la familia Blackborn, me adoptaron. Llevo viviendo toda mi vida aquí en Bänon, y no sabía que era bruja. Un día, debido a una serie de circunstancias… hicieron que de repente perdiera el control, y me saliera toda la magia.
-Pues ya que nos has conocido y te hemos conocido – dijo animadamente Matt – eres oficialmente del grupo.
-¡Vivaa! – Gritó eufórica Selene mientras daba palmadas – ¡ahora como miembro del grupo tienes que tener un apodo!
-¿Un apodo? – Alana rió. Nunca le habían puesto un apodo ni le habían llamado de forma especial, así que estaba un poco emocionada.
-¡Claro! – Explicó Selene – a mí me llaman Chibiyue, porque soy bajita, y mi nombre, Selene, en latín significa luna, y "yue" en chino significa luna, aunque personalmente me gusta más el japonés. A Mathew le llamamos Matt, y a Tayson, Tay.
-¿Y ellos no tienen nombres inventados? – preguntó Alana
-No, es que a Chibiyue si le pega, pero a nosotros no – dijo Tay encogiéndose de hombros.
Alana notó bichos revoloteando a su alrededor, y como acto reflejo le dió un manotazo. El bicho se estrelló contra la mesa, y empezó a mover las alitas, pero por mucho que las movía no podía volar.
-¡Oh! – Exclamó Selene - ¡una luciérnaga! Qué raro que haya una por aquí. ¡Alana! Discúlpate con la señora luciérnaga.
-Creía que era un bicho repelente o una mosca. Pobrecilla – Alana cogió a la luciérnaga que se puso a corretear por la palma de su mano – Lo siento – añadió para no hacer enfadar a Selene y porque lo sentía de verdad.
Deseó profundamente que volara otra vez, y de repente para alegría de Alana (Y de Selene) la luciérnaga comenzó a volar.
-¡Alana! – Gritó Selene – La has curado, ¡has hecho magia!
-¡He hecho magia! – dijo muy contenta Alana mientras observaba irse a la luciérnaga.
-¡Ya está! – Selene se puso encima de la mesa tirando un batido al suelo. Se puso una mano en la cadera y la otra totalmente alzada hacia el cielo con un dedo levantado – Te llamarás ¡Firefly! – dio un saltito y bajo de la mesa.
-Pero es un poco largo ¿No? – Opinó Tay
Selene se le quedó mirando con cara de concentración y después se subió encima de la mesa, otra vez, tirando el resto de batidos:
-¡Te llamarás Fly!

FIN DEL CAPITULO

sábado, 23 de abril de 2011

Capitulo 2!!! >< **We won't back down** (Escape the Fate) *¬*

No llevaba  la cuenta de las horas que había estado agazapada detrás del coche, cuando se decidió a salir de su escondrijo.
Hacía ya un buen rato que no escuchaba la voz de Liam y empezaban a dormírsele las piernas. Caminaba sin saber  dónde iba, sin ser consciente de nada, cuando se dio cuenta de que estaba en un espacio circular, con bancos y una fuente justo en medio. Se hallaba en la plaza central del pueblo, donde estaban todas las tiendas. Siempre solía estar abarrotado de gente, lleno de vida, los niños jugando, las madres haciendo la compra y hablando de sus cosas, la gente mayor en los bancos comiendo pipas o alimentando a las palomas… Pero ahora allí no había nadie, no tenía a nadie.
Se había quedado completamente sola en cuestión de horas. Nunca más pisaría la casa de los Blackborn.
Se sentó en un banco mientras escuchaba el agua de la fuente. Todavía no había conseguido averiguar qué había pasado en la mansión.
Solo sabía que se había enfadado mucho, empezando  a sentir una gran fuerza ardiente y acto seguido, nada. Se había quedado “vacía”.
Luego se había sentido muy asustada, y había tenido la imperiosa necesidad de salir corriendo, además, después de lo que le había hecho a Liam, no sería capaz de volver a mirar a los padres de él.
La verían  como un monstruo.
Mientras estaba sumida en sus pensamientos, al otro lado de la plaza empezó a sonar una cabina de teléfono, rompiendo el silencio de la noche.
Miró a su alrededor, buscando a alguien que cogiera la llamada, pero no había nadie.
Al principio no lo iba a coger, pues ¿quién iba a llamarla a ella?, ya no tenía a nadie. Al cabo de un rato, como el teléfono seguía sonando, fue a descolgarlo. No oyó nada, pero unos segundos después, escuchó una voz extraña, aguda y susurrante. La voz empezó a cantar:
“Sola estás, en el centro de la nada
Ni por asomo te encuentras en un cuento de hadas,
No temas y quédate ahí,
Porque muy pronto lejos vas a ir”
Acto seguido colgaron y Alana se quedó mirando el teléfono extrañada. La gente realmente estaba muy aburrida para llamar por la noche a una cabina en una plaza desierta. Miró el reloj grande que había en la fachada del ayuntamiento, eran las doce menos dos minutos. Suspirando  se sentó otra vez en el banco. ¿A dónde más podría ir?
De repente la chica escuchó que algo se acercaba por la carretera, sonaba como ¿Caballos? Alana se giró y vio aparecer por una de las calles un carruaje negro, tirado por caballos grises y blancos.
El transporte paró justo frente a ella, los caballos bufaban parados, mirándola. Se quedó allí plantada observando los caballos y el carruaje. La puerta del transporte se abrió mostrando su interior.
Tenía unos asientos forrados de terciopelo morado, y en las ventanitas había unas cortinillas descorridas, por las que se podía ver la otra parte de la calle. Alana miró alrededor pero no vio a nadie, ni siquiera había un cochero o gente en el interior. Los caballos seguían mirándola, como si esperaran que subiera. Después de meditarlo durante un rato, decidió entrar en el carruaje, ¿Qué podría perder? En cuanto se sentó, la puerta se cerró y los caballos se pusieron en marcha, dando la vuelta entera a la plaza y regresando por donde habían venido.
Al cabo de unos minutos, cayó sumida en un profundo sueño.
Más tarde, despertó bruscamente, el carruaje se había parado y alguien le estaba abriendo la puerta.
Fuera apareció una mujer, de unos 30 años, con un camisón blanco puesto, la cabellera larga y negra, recogida en una trenza a un lado, sostenía un candelabro, iluminando el camino y sus profundos ojos azul marino, mirando fijamente el interior del carruaje.
-Buenas noches querida, por favor, sígueme.
Alana salió del carruaje.
-¿Dónde estoy? – Pregunto confusa - ¿Quién es usted?
-Mi nombre es Felisa Purewise, y estás en Hollow Castle
-------------------------------------------------------------
Toc, toc, toc
-Adelante -  dijo una mujer sentada detrás de un escritorio mientras escribía una carta.
-Señora directora – dijo otra mujer que apareció por la puerta, con el pelo blanco, largo y con un camisón negro. – la nueva alumna acaba de llegar.
-Muy bien, y ¿Dónde se encuentra ahora? – comentó la directora mientras se ponía bien las gafas.
-La hemos llevado a una de las habitaciones vacías de la primera planta, para que pase allí la noche. Consideramos que era demasiado tarde para despertar a su compañera.
-Muy bien, entonces, ¿Mañana será trasladada a la habitación 357?
-Sí, señora directora. – respondió.
-¿Podría volver a recordarme el nombre de la nueva alumna? -  inquirió mientras cerraba la carta y la sellaba con un poco de cera.
-Alana Williams.
------------------------------------------------------ (ALANA)
Tras haberle explicado que se encontraba en la escuela de magia Hollow Castle, y que a partir de ahora ella iba a ser una alumna más, la llevaron a través del hall y de un enorme comedor, hasta llegar a una habitación.
Una vez allí, le comunicaron que a la mañana siguiente hablaría con la directora, que se lo explicaría todo y además le trasladarían a su propia habitación, con su nueva compañera.
La mujer le entregó un pijama y abandonó la habitación.
Alana seguían sin ser consciente de lo que había pasado.
Todo había ocurrido muy rápido. La chica se sorprendió de que no hubiera pasado ni un día, y ya había cambiado todo.  Por la mañana se había despertado en su cama, en casa de los Blackborn, había estado limpiando y haciendo las tareas, se había despedido de Eleonorah y el señor Williams pensando que los volvería a ver al día siguiente, pero se equivocaba, no los vería nunca más.
Se puso el pijama y se tumbó en la cama.
Podía ver el cielo estrellado y la luna llena. Antes de darse cuenta, ya estaba sumida en un profundo sueño.
A la mañana siguiente, alguien la despertó:
-Buenos días señorita Williams, será mejor que se levante. Dentro de media hora, la señora directora la espera en su despacho para darle los horarios, e informarla de lo demás; luego, se dirigirá a la enfermería para hacerse un examen rutinario, ya que anoche perdió mucho poder. Posteriormente la llevaremos a su habitación, donde conocerá a su compañera, que se encargará de enseñarle  todas las instalaciones y demás. – Comentó una voz autoritaria.
Lo único que consiguió ver, ya que acababa de despertarse fue una cabellera muy blanca, a media melenita, y una cara que le resultaba “familiar”.
-Tú eres la de ayer… Felisa… ¿Purewise? -  comentó soñolienta la chica.
-Para ti, Profesora Purewise, y no, creo que se refiere a mi hermana , yo soy Agatha Proud, aunque para ti, Profesora Proud a secas -  Respondió la profesora con una sonrisa, un tanto seca, pero al fin y al cabo una sonrisa.
Alana hizo intención de levantarse y seguirla, pero la Profesora Proud le aconsejó:
-Creo que preferiría antes de presentarse ante la directora, darse una buena ducha, además, no creo que le agrade ir en pijama por un colegio abarrotado de gente.
-Pero… toda mi ropa… yo… no… - balbuceó Alana.
-No se preocupe, ha llegado justo esta mañana, ya la han trasladado a su habitación, por lo que le aconsejo que mientras, se ponga este vestido, es lo más básico que hemos podido encontrar en tan poco tiempo. Bueno, esto es todo lo que necesita saber por ahora. Le esperaré dentro de media hora en el hall que se encuentra pasado el gran comedor, bajando las escalinatas.
Tras decir el largo discurso, se marchó, dejó allí a Alana, sentada en la cama, con cara de confusa y muchas preguntas.
Se levantó, y cogió el vestido: era negro, muy básico, de tirantes y el escote con cuerdas.
Se metió en la ducha. Cuando salió, se puso el vestido, sus botas negras y se recogió el pelo en una coleta alta.
Mientras se vestía, notó una pequeña punzada en el brazo derecho, tenía un pequeño arañazo, por lo que cogió su vieja camiseta, rasgó un trozo y lo usó de venda.
Debió de habérselo hecho ayer.
Entonces le volvieron a venir todos los recuerdos de golpe, ¿Qué había sido aquella fuerza que la invadió ayer?, ¿Qué hacía aquí, en un colegio? Tenía que irse cuanto antes, tenía un propósito que cumplir.
Un pequeño reloj que había encima de la mesita, empezó a sonar, marcaba las 8.30 de la mañana.
Salió de la habitación y llegó a una alargada sala, con televisiones y sofás alrededor, también tenía billares, dianas y estanterías con libros, parecía una sala de entretenimiento.
La cruzó y salió a una sala donde predominaba una gran escalinata que se dividía en dos. Bajó por las de la izquierda y llegó al gran hall.
-Veo que no te has perdido por el camino – Comentó  la profesora Proud desde un rincón -  Pasa por aquí, la directora te espera.
Terminó de bajar las escaleras, y sin saber por qué se puso de repente muy nerviosa. A lo mejor esa directora quería hablar con ella sobre lo que había ocurrido ayer. ¿Le había dicho que estaba en una escuela de magia? Pero… ¿Qué tenía ella que ver con la magia y con los brujos? Sabía de la existencia de éstos, pero ella nunca había sido una bruja, ya que si no, desde pequeña hubiera tenido sus poderes. Era demasiado mayor para convertirse en una bruja… Realmente la explosión de ayer fue ¿Magia?
Se dirigió a una puerta de la derecha y llamó antes de entrar.
Era una habitación rectangular, las paredes estaban cubiertas con estanterías y estanterías de libros. El centro de la habitación estaba presidido por un elegante escritorio de sauce, con dos sillas por un lado, y por el otro un elegante sillón ocupado por una señora.
Tenía el pelo blanco, recogido en un moño, las gafas reposaban sobre su nariz, mientras escribía algo.
Tenía el rostro muy envejecido, con bastantes arrugas, aunque se le podía ver un pequeño lunar debajo del ojo derecho. Su  fina boca, estaba fruncida en un gesto de concentración.
De repente pareció notar su presencia, levantó la vista del papel y clavó sus intensos ojos grises en ella.
-Bienvenida señorita Williams, por favor, pase y siéntese – La saludó
Alana avanzó tímidamente, hasta sentase en una silla frente al escritorio.
-Espero que haya llegado bien, y haya pasado una buena noche – Se interesó la mujer.
-Sí, estoy bien – Comenzó Alana débilmente – Pero debe de haber un error, yo no envié ninguna solicitud a este colegio, ni nada parecido. Debe de haber otra persona que se llame como yo.
-No hay otra persona que se llame como tú – dijo tranquilamente la directora -  y en cuanto a la solicitud, la enviaste en el momento en el que hiciste magia el otro día.
-Pe-pero yo no hice magia. Ni siquiera soy bruja.
-Claro que lo eres – dijo la directora como si fuera obvio -  sino ¿Cómo explicas lo que le pasó ayer?
-Pues no lo sé, pero… -Alana no sabía que pensar – tengo entendido que las brujas les viene la magia desde muy pequeños.
-Sin embargo – empezó la señora – hay casos, muy pocos, pero los hay en los que a algunas brujas les viene la magia más tarde de lo habitual. Pero tranquila, eso no afectará a tu rendimiento  - Dijo levemente sonriendo – Yo diría que tiene más poder, ya que lleva años con la magia contenida.
-Pero debe de haber un error, no es posible, mis padres no eran…
-¿Lo sabes con certeza? – Le cortó la directora -  tú no los conociste.
-¿Cómo sabe que no tengo padres? – Se le quebró la voz- ¿Qué están muertos?
-Señorita Williams -  comenzó – yo lo sé de todo sobre usted, créame. Y sé también que sus padres eran brujos. Si no me cree, mírese la muñeca derecha y verá que llevo razón.
Alana obedeció. Se quitó la muñequera de cuero que siempre llevaba para taparse una marca de nacimiento en forma de media luna.
-¿Mi marca de nacimiento? – Preguntó confusa - ¿Qué pasa con ella?
-No es solo una marca de nacimiento. Es la Marca. Todos los brujos de familias importantes tienen la marca, de hecho todo brujo tiene su propia marca. La tuya es de media luna, te viene por parte de madre.
-¿Cómo sabe que tenía esta marca? – Estaba asombrada – nunca me quito la muñequera.
-Ya te lo he dicho, - contestó severamente – Lo sé todo sobre ti. Y también sé que tus padres querían que estudiaras aquí. Ellos mismos me lo dijeron antes de morir.
-¿Conoció usted a mis padres? – Preguntó nerviosa Alana -  Dígame,¿ qué sabe sobre ellos? ¿Y de mi abuela?
La directora levantó  una mano para callarla.
-Todo a su debido tiempo – Le dijo – ya te lo contaré otro día, es una larga historia. Ahora ve al examen médico, después a tu habitación. Tu compañera te disipará cualquier duda acerca del colegio.
Abrió un cajón del escritorio y sacó un papel en blanco. Chasqueó los dedos, y en un abrir y cerrar de ojos, aparecieron letras escritas en el papel. Alana, cogió el papel con la boca abierta.
-Este es tu horario de clase, como veras está incompleto. Mañana terminaremos de rellenarlo. – Explicó amablemente la directora -  Y en tu nueva habitación está toda tu ropa, y tu uniforme nuevo – Y viendo que Alana no se movía señaló la puerta, y añadió – Ya puedes marcharte, la profesora Proud te está esperando.
Alana, aún sin creerse lo que le estaba pasando, abrió la puerta y salió del despacho.
-Sígame – Le dijo la voz imperiosa de la profesora Proud – Tiene que realizar el examen médico.
Cuando Alana le dirigió una ojeada a la profesora, ya estaba a cinco metros de ella, caminando rápidamente. La chica tuvo que correr para poder cogerla.
Después del examen médico, en el que conoció a la enfermera, que era muy simpática, se dirigieron a la tercera planta, donde estaría su habitación. Subieron varias escaleras, y  pasaron por varios pasillos hasta llegar a otra sala donde había sillones, televisores, billares y demás cosas. La profesora Proud, al ver la confusión en el rostro de la chica, le explicó que era una especie de sala común en la que se reunían los alumnos para pasar los ratos libres. En la sala había grupos de alumnos viendo la tele, jugando a las cartas. Cuando pasó, se la quedaron mirando, curiosos.
Atravesaron la sala común.
-Aquí están los dormitorios, a la derecha están los de los chicos, y a la izquierda, la de las chicas.
Entraron por la puerta de la izquierda, y se dirigieron a la habitación 357.
-Bien, ésta es tu habitación -  llamó a la puerta y la abrió.
Era una habitación amplia, con la ventana en el fondo, con cortinas moradas, a cada lado había una cama. Una de las camas estaba repleta de peluches de todo tipo, las paredes llenas de dibujos y las estanterías llenas de muñequitas góticas.
A los lados de la puerta había dos grandes armarios, el izquierdo estaba vacío, con una maleta junto al armario.
En el centro, sobre la gran alfombra también morada, había una chica, con un largo cabello color platino, liso, que le caía hasta las caderas, el flequillo recto le tapaba los ojos, ya que estaba sentada, inclinada hacia delante.
Estaba con las piernas cruzadas, y sobre su regazo había un adorable osito  de peluche sin cabeza, del cual, estaba sacándoles el relleno, mientras cantaba en susurros una canción:
“1,2 suena la llamada
3,4 vienen a por ti
5,6 todos moriréis
7,8 y con un bizcocho
9,10 ¡Empezamos otra vez!”
Cuando se percató de la presencia de Alana y la profesora Proud, dejó de cantar, escondió el peluche bajo la alfombra  y se levantó súbitamente. Tenía puesto un vestido negro, con tirantes atados al cuello, la parte delantera era como un corsé y una falda por encima de las rodillas, con trozos de telas y encajes colgando. Llevaba también unas medias rotas, con zapatitos planos y una diadema con un lazo enganchado. En el cuello tenía una gargantilla negra con un gran cascabel. La cara de la muchacha era redondita, tenía unos ojos lilas con pestañas muy largas, y bajo su ojo izquierdo tenía tres pequeñas estrellitas negras. Su nariz era chica, y tenía los labios finitos, pintados de rojos, y se le estaba dibujando una adorable sonrisa. Le empezaron a brillar los ojos y dijo animadamente:
-¡Buenos días señorita Proud! – Saludó alegremente con voz de niña chica – que guapa viene usted hoy.
La profesora Proud frunció los labios para no sonreír, y acto seguido desapareció por la puerta sin decir una sola palabra, dejando a las dos chicas solas. De pronto se le borro la sonrisa de la cara a la otra chica, y miro a Alana con cara de concentración.
Sin previo aviso la chica se agazapó y empezó a olfatear en dirección a Alana. A esta le recordó a un pequeño gatito, ya que además ella era bajita. Rodeó a Alana y se detuvo frente a ella. De nuevo volvió la sonrisa adorable y los ojos brillantes, y le dijo:
 -Me caes bien – su voz era dulce.
Después cogió de nuevo el peluche de debajo de la alfombra, y siguió sacándole el relleno, sentada en su cama, cantando aquella tétrica cancioncilla.
Alana aun sorprendida echó una ojeada a la maleta que había al lado del armario vacío. Abrió la maleta y se quedó de piedra ¿Quién le había cogido toda la ropa de la casa de los Blackborn? ¿Se la había enviado ellos? No, imposible, seguramente cosas de la magia. Estaba ensimismada en sus pensamientos cuando de pronto, la puerta se abrió de golpe:
-¡Hooooooooooney! – Sonó una voz enérgica y un tanto pija –¡¡ traemos noticias de la chica nueva!!
Alana se giró de golpe y vio a un chico muy alto, delgado, en medio de la habitación con postura de diva. Llevaba unos pantalones pitillo color verde clarito, con una camisa blanca pegada y desabrochada hasta el pecho. Los zapatos eran acabados en punta. Lo que más le llamó la atención a Alana fue su pelo rojo.
 Este notó la presencia de Alana y se giró hacia ella. Añadió:
-¡Ups! – Dijo tapándose la boca, después alzo la mano moviendo rápidamente sus dedos a modo de saludo – Hola chica nueva.

FIN DEL CAPITULO =D

miércoles, 20 de abril de 2011

Capitulo 1 **Miss Nothing** (The Pretty Reckless)


(ALANA)
-Oye, tú
La chica siguió limpiando sin hacer caso
-¡Chss! ¿Hola? ¿Me estas escuchando o estas sorda?
Cogió la bayeta con más fuerza y empezó a frotar con ahínco. En esos momentos le gustaría descuartizar al tío más estúpido que había en el mundo, y que se encontraba detrás de ella.
-¡Enanaaa! –Dijo el chico de modo petulante
-¿Qué demonios quieres? -  le contestó la chica cortantemente mientras se daba la vuelta para encararse con el muchacho – Si me llamas, dilo por mi nombre
-¿Y si no quiero? -  arrastraba las palabras de un modo desquiciante
-Pues te vas a hablar con la escoba, estúpido – gritó Alana mientras agarraba lo primero que tenía al lado y se lo arrojaba con fuerza.
Ese día se había levantado de mal humor, y lo último que le apetecía era hablar con él.
-Pero si esto es una fregona - el muchacho se rió mientras movía la cabeza de un lado a otro -  pobrecilla, ya va perdiendo facultades. ¿Sabes? Creo que es porque…
-¡Li! ¡Cierra el pico de una vez y esfúmate! – dijo mientras le dirigía una mirada asesina
-Mmm, esa no es forma de tratar al dueño de la casa
Alana rió
-¿Qué te parece tan gracioso? – pregunto Li enfurruñado
-Que tú no eres el dueño de la casa – soltó la muchacha
-Claro que lo soy, es de mis padres, por lo tanto es mía
-No – objetó Alana- si es de tus padres, es de tus padres y punto
-Pues discrepo – Li puso la fregona en su sitio -  si es de mis padres, es mía también, porque soy de la familia.
-Bah -  La chica no tenía ganas de hablar -  lo que sea. ¿Qué querías?
Li se la quedó mirando  con aquellos ojazos de un verde intenso y ella intentó apartar la mirada de él, pero era imposible. Siempre le pasaba lo mismo con aquel insoportable chico.
“Es una pena -  pensó Alana- que un chico tan mono sea tan estúpido, sin remedio”
Li era bastante alto, atlético, con una melenita que le caía hasta por encima de los hombros, de pelo negro como el mismísimo carbón, que hacía que se le resaltaran esos ojos verdes, rasgados, con unas pestañas largas por las que cualquiera mataría. Y luego esa sonrisa tan bonita con unos labios carnosos.
-Pues mira -  empezó Li – quería llamar tu atención para que me escucharas, luego te has desquiciado, cosa que me divierte mucho, y con lo que no contaba por cierto, y ahora que tengo tu atención quiero que me traiga un batido de papaya
-Pero si a ti no te gusta el batido de papaya – habló Alana sin comprender
-Mmm -  se quedó pensando -  tienes razón, pues entonces mejor uno de vainilla
Alana se le quedó mirando con cara de pocos amigos
-Cógelo tú -  le espetó
Odiaba que Li le diera órdenes de lo que tenía que hacer. Siempre la hacía de rabiar y eso la ponía de los nervios
-¿Qué pasa aquí? -  pregunto una voz muy profunda desde la puerta de la cocina.
Los dos giraron y vieron al señor William. A Alana, el señor William le caía muy bien y siempre lo había considerado lo más parecido a un padre, ya que ella era huérfana. Sus padres murieron en un accidente de helicóptero  cuando era pequeña y la familia Blackborn la habían acogido en su casa. Cuando creció empezó a trabajar como sirvienta en la casa.
El señor William era muy alto, atlético, como su hijo y parecía más joven de lo que era, tenía 49 años.
-Papá… - Empezó Li
-¿Ya estáis discutiendo de buena mañana? – El señor William parecía como si hubiera pasado por aquello más veces, y la verdad, tenía razón - ¿Es que no podéis parar ni siquiera los fines de semana?
-Solo le estaba pidiendo un batido de vainilla a Alana – contestó su hijo con cara de no haber roto un plato en su vida.
-Me lo ha pedido de malas maneras, y se ha puesto a molestarme, así que le he dicho que lo coja él.
El señor William los miró a los dos a través de las gafas con sus ojos marrones verdosos pensando si valía la pena decir algo cuando alguien se le adelantó:
-Liam Blackborn -  sonó una voz autoritaria- coge tú mismo el batido, que no estas manco ¿O es que te ha entrado alzhéimer y no te acuerdas dónde están?
Liam resopló
-Mamá, tu siempre tan simpática- Le espetó
La esposa del señor William, Eleonorah entró por la puerta con su habitual traje formal que vestía hasta para quedarse en casa
-Por el amor de Dios -  dijo el señor William mientras se apretaba el nudo de su corbata y se ponía bien la chaqueta de su tweed - ¿Es que nadie en esta casa dice buenos días por la mañana?
-Buenos días -  soltaron los tres al mismo tiempo
-Gracias, eso está mejor
-Bueno, ¿vas a coger el batido Liam? – Le espetó Eleonorah a su hijo -  Ya que vas, tráeme una manzana.
-Ah, claro -  contesto muy indignado Li -  todo lo que hago o digo está mal, pero a ella no le decís nada de… su indumentaria -  terminó como si se le acabara de ocurrir en ese mismo instante
-¿Y ahora por qué saltas con mi uniforme? – preguntó indignada la chica
-Eso no viene a cuento ahora Liam – le contesto Eleonorah - ¿Qué le pasa al uniforme?
-Que no es como el del resto del servicio.
Y tenía razón en parte, ya que el uniforme de Alana era como el del resto pero ligeramente personalizado. Era un vestido de tirantes, un delantal blanco atado a la cintura, unas botas negras con cordones que le llegaban hasta las rodillas, con medias de rejillas y en vez de un aburrido moño, tenía su largo pelo negro recogido en dos trenzas que le caían hasta las caderas.
-Es que Alana no es como el resto del servicio, es de la familia – Habló muy serio el señor William
-Ya pero a ella le dejas hacer lo que quiera, y a mí me tratáis como a un crio – protestó Liam con las mejillas encendidas del enfado
-Es que eres  un crio mimado – Le recriminó Alana
-¡Ya basta! -  gritó Eleonorah. Después se llevó la mano a la sien y dijo – Alana ¿Serias tan amable de coger la ropa de la lavadora y tenderla por favor?
-Claro -  respondió
Se dio media vuelta y cuando fue a salir por la puerta escuchó decir a Liam
-Bah, vaya mierda. Me voy, he quedado con mi grupo, volveré tarde
-Liam, ven aquí -  le ordenó su madre, pero el muchacho no le hizo caso - ¡Liam!
Cuando Alana ya estaba en el recibidor para subir por las escaleras Li le dio un empujoncito con el hombro por detrás haciendo que la chica casi cayera.
-¿Pero a ti qué demonios te pasa por la mente? -  le recriminó ella
-¿Te vienes conmigo y damos un paseo? – le dijo él sin hacer caso al comentario y abriendo la puerta de la calle – Ah no, es verdad, que tú te tienes que quedar aquí limpiando todo el día -  se burló mientras le sacaba la lengua.
-Liam, ¡vete al infierno! -  le gritó Alana mientras lanzaba con todas sus fuerzas una pastilla de jabón que tenía en la mano.
Antes de que el proyectil diera en el blanco el chico salió a la calle y cerró la puerta rápidamente haciendo un golpe sordo en esta. Al otro lado la risa de Liam sonaba fuertemente.
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  (LIAM)
Liam todavía se reía de la reacción de Alana cuando le sonó el móvil
-¿Se puede saber dónde estás? – Inquirió una voz a través del móvil
-Hola a ti también Mousy, ¿Qué tal tu vida, bien? -  contestó burlonamente
-Tío, no me vaciles, donde coño estás
-Tranquilo, no te alteres, ya voy en camino
-¡Cariii! – sonó una voz estridente que no era la de Mousy
Liam suspiró
-Hola Ash – dijo cansinamente
-¿Te falta mucho para llegar? I miss you baby -  dijo con voz melosa
-No te preocupes, ya estoy llegando – Respondió con satisfacción -  si miras a tu izquierda, verás tanta belleza que acabaras deslumbrada
Por el teléfono se escuchó una risita tonta.
Liam giró la esquina y se encontró con sus amigos sentados en el poyete de la fuente. Ashley saltó con un gritito y salió corriendo a recibirle, dándole un beso más cerca de la boca que de la mejilla.
Liam apartándola sonrojado fue a saludar a sus otros dos amigos: Gun y Mousy.
Mousy, que estaba sentado con los brazos cruzados, le dedicó una mirada de reproche con sus pequeños pero intensos ojos azul claros; por el contrario, el grandullón de Gun, con su sonrisa bonachona, le recibió dándole una fuerte palmada en la espalda que lo hizo perder el equilibrio.
-¿Qué hay? - saludó                                                     
-Tío, ¿Por qué llegas siempre tarde si eres el que vive más cerca? – Señalo Gun sonriendo – ¿Te crees acaso el gran maestro Kakashi*?
Li vio de reojo como Ashley ponía los ojos en blanco.
-Las estrellas siempre tienen que llegar tarde, además estaba teniendo una interesante charla con Alana -  dijo socarronamente
-Tsh! ¿La sirvienta?, el servicio no debería relacionarse con sus señores -  comentó despectivamente  Ashley
Liam fue a contestar cuando Mousy preguntó:
-¿Qué planes tenemos para hoy?
-¿Qué os parece ir al cine antiguo?, creo que hoy echan “Star Wars III, la venganza de los Sith”-Dijo Gun con los ojos brillantes.
-Pff, Gun por favor, no seas friki -  señaló Ash torciendo el gesto - ¿No podemos ir a ver “Pretty Woman”?
Los tres chicos se miraron y dijeron a la vez:
-Naah, preferimos “Star Wars”
Fueron al cine y después se pasaron toda la tarde jugando a las cartas en “Maya’s Café”. Al anochecer Liam se despidió de todos no sin antes recibir un fuerte beso de Ashley.
Mientras Li caminaba por la plaza central de pueblo pensando en el mal presentimiento que había tenido toda la tarde. Convencido de que era producto de su imaginación, iba sumido en sus pensamientos cuando chocó con alguien.
-Aprende a caminar chico. – Dijo cortantemente la persona
Li iba a disculparse cuando al mirar a aquella persona se quedó helado. Aquel mal presentimiento que había tenido durante la tarde se hizo realidad. ¿Qué hacia él aquí? ¿Por qué había vuelto?
Y una vez más sus peores pesadillas volvieron.
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(ALANA)
-Alana, ¿Puedes venir un momento a ayudarme a elegir una corbata?- Preguntó  amablemente el señor William desde la puerta de su dormitorio.
Alana que estaba en el pasillo sacando brillo a los candelabros se dirigió hacia la habitación.
-Necesito una pequeña ayudita, no sé si ponerme la azul marino o la de cuadros- Dijo mientras se las probaba- ¿Cuál te gusta más?
-La azul marino, le hace juego con la camisa.
-Eso pensaba yo… ¿Puedes ayudarme con el nudo?, siempre he sido un poco torpe con esto.
Alana sonriendo cariñosamente fue a ayudarlo.
-Por cierto, llevas toda la tarde  un poco inquieta, no habrá sido por Liam ¿No?, sabes que le encanta meterse contigo.
-No, no se preocupe, no es nada.
-Sabes que puedes dejar este trabajo cuando quieras, ¿Verdad? Eres una más de la familia y no tienes por qué estar trabajando para nosotros… -Comentó el señor William afectuosamente.
-Lo sé, pero quiero hacerlo, como agradecimiento a cuanto habéis hecho por mí desde pequeña. No me gusta deberle nada a nadie.
-Pero si no nos debes nadas, te queremos igual que a una hija, además…
-¡William!, tenemos que irnos, la limusina nos espera – Interrumpió Eleonorah entrando en el cuarto con su traje de gala
-De acuerdo querida– guiñando un ojo a Alana – Nos marchamos a una reunión en la ciudad, no nos esperes despierta.
Cuando los señores Blackborn salieron de la casa, Alana se desplomó en su cama suspirando. Había estado trabajando todo el día, y para colmo había discutido otra vez con Liam, y así llevaba los cortos 17 años de su vida.
Cuando era muy pequeña, sus padres murieron y sus mejores amigos, los Blackborn se ocuparon de ella. No tenía a más familia, aparte de su abuela a la que no había visto en su vida y que no se había preocupado por ella en ningún momento.
Ellos la criaron como si fuera una más de la familia: le dieron una casa donde vivir, una “familia” a la que querer, incluso una manera de ganarse la vida.
A pesar de todo, ella no acababa de sentirse cómoda, no podía olvidar el hecho de tener una abuela que no se preocupara por ella.
Por eso, a pesar de apreciar mucho a la familia Blackborn, tenía muy claro que algún día se marcharía para encontrarla y aclarar las cosas con ella.
Llevaba todo el día encontrándose mal, y había acabado muy acalorada.
Cogió su mochila con la toalla y el bañador y se dirigió hacia la piscina.
Por el camino seguía reflexionando sobre su vida, sobre los Blackborn, y sobre Liam.
No llegaba a entender como de una familia como ellos hubiera podido nacer una persona tan creída, prepotente y estúpida.
Es cierto que de pequeños se habían llevado muy bien, habían sido muy amigos, pero todo había cambiado. Al cumplir Li los 10 años, había empezado a tratarla de manera diferente, se habían distanciado. Desde entonces se llevaban como el perro y el gato.
Acababa de llegar a la puerta de la piscina. Cuando fue a abrirla, se encontró con la cerradura atascada,  seguramente había vuelto Li a jugar a atorar las cerraduras, así que la forzó con una horquilla que se había llevado por casualidad.
Una vez dentro sintió esa familiar sensación de tranquilidad, el olor a piscina le tranquilizaba.
Le encantaba colarse en la piscina por las noches, cuando estaba vacía y tirarse horas y horas nadando.
Se acercó al baño y se cambió. Dejó sus cosas por allí encima y se acercó a la piscina.
Primero probó el agua con el pie derecho, estaba fría. Le encantaba esa sensación de sentir el agua tan fría sobre su piel, notar como se le ponía toda la carne de gallina.
Se soltó las dos trenzas y se tiró de cabeza en la piscina.
Era muy refrescante, aunque seguía sintiéndose un tanto “extraña”, ya que ni siquiera el agua fría podía refrescarle.
Necesitaba nadar, aunque fuera a despejarse un poco. Pronto empezó a bucear y a sumergirse durante más tiempo para ver si se le bajaba un poco esa extraña fiebre, pero ni así lo conseguía. Seguramente se tendría que tomar algún medicamento de esos asquerosos para evitar ponerse peor y sólo de pensarlo se le ponía el estómago revuelto, así que intentó concentrarse en otra cosa.
Volvió a la superficie para tomar aire y miró hacia el cielo. Realmente había una noche muy bonita, el cielo estaba estrellado y había luna llena… de repente apareció una estrella fugaz, y pidió un deseo. Deseó poder irse pronto de allí y poder vivir su propia vida, sin que nadie se metiera con ella, sin tener que deberle nada a nadie, poder ser completamente libre.
De mucho mejor “humor” se puso a nadar.
Así se tiró un buen rato, nadando y pensando en sus cosas. Se puso a flotar boca arriba, le encantaba el agua, nadar, sentirse libre y moverse a su antojo. Sus rizos negros flotaban libremente. Cerró los ojos y se puso a pensar:
Ella siempre había sido una chica seria, madura para su edad.
Cuando todos los niños se juntaban en la plaza del rio para jugar, ella prefería quedarse apartada, mirando, encontraba sin sentido jugar con muñecas o pelearse con palos, jugar a ser mayores.
Nunca había tenido demasiados amigos, y por la calle, en aquella época recordaba cómo mucha gente se la quedaba mirando como si esperaran que hiciera algo u ocurriese o algo.
Con el paso de los años había empezado a acostumbrarse…
-¿Con que ahora, aparte de rarita, te cuelas en nuestra piscina de noche, no? – Dijo una voz divertida junto a la piscina.
Alana, asustada abrió los ojos y giró bruscamente la cabeza hacia la izquierda.
-Tranquila, que sé que te atraigo, pero tampoco es para mirarme así – Era Liam, estaba sentado en el bordillo de la piscina y le guiñaba un ojo.
-Piérdete – Comentó Alana molesta mientras salía de la piscina.
-Por mí no hace falta que salgas, te puedes quedar ahí, de hecho, si me lo pides de esa manera, me puedo bañar yo contigo – Comentó Liam burlonamente.
-¿Qué pasa? ¿Qué ahora te dedicas a espiar a jovencitas adolescentes mientras nadan en la piscina?
-A las demás chicas si, a ti no – Contestó señalando despectivamente – eres demasiado rara.
-Pues entonces, lárgate -  le dijo mientras cogía la toalla y se secaba – antes de que te pegue mi rareza.
-Esta es mi casa, y yo decido si me voy o me quedo, la que se debería ir a su cuarto eres tú.
Alana rió.
-¿Ahora te has convertido en padre de repente? Me voy a mi cuarto si me da la gana – Se puso encima del bikini el pantalón corto y una camiseta de tirantes ancha.
-Te vas cuando yo quiera - dijo bruscamente.
-¿Y qué vas a hacer, obligarme? – se burló Alana mientras hacia un gesto burlón.
-Pues podría -  afirmó serio mientras daba un paso hacia delante.
-Inténtalo y eres niñato muerto – le advirtió la chica
-Oh… Alana la “rara” se ha enfadado
-Pues ahora que lo dices si, -  comentó -  estoy harta de que siempre andes dándome la brasa, de que seas tan imbécil, de verte toooooooodos los malditos días, de que seas un asqueroso niñato mimado de papá, de que…
-¿Qué me has llamado? – habló Liam lentamente mientras se le encendían las mejillas, y se le acercaba.
Alana sonrió fríamente contenta por haber dado en su punto débil.
-Asqueroso-niñato-mimado-de-papá – repitió lentamente como si se lo estuviera explicando a un tonto.
-Repite eso si te atreves -  la amenazó
-¿Es que ahora aparte de imbécil, eres sordo? – Sonrió maliciosamente.
-Por lo menos yo tengo padres, y una abuela que no se avergüenza de mí – se mofó Liam cruelmente mientras soltaba una carcajada.
A Alana le sentó como si le hubieran dado mil puñetazos en el estómago, le había dado donde más le dolía, y empezó a cabrearse de verdad. Empezó a notar que le subía la temperatura y que su cabello se ondeaba como si hubiera brisa. Pero no la había.
-Que… ¿te ha comido la lengua el gato? – sonrió burlón Liam
-Retira lo que has dicho -  exigió la chica.
-No, la verdad es la verdad, y no todo el mundo es capaz de asimilarla.
De repente, del agua empezaron a surgir burbujas que explotaban al llegar a la superficie, el ambiente empezó a estar muy cargado.
Liam empezó a sudar y a sofocarse. La temperatura había subido de repente.
-No pienso tolerar que un niñato como tú, que solo vive de sus padres, ose comentar sobre mi vida. ¿Quién te crees que eres? No eres nadie.
Liam empezó a ponerse más rojo. Apretaba la mandíbula con fuerza y empezaron a temblarle las manos, que las tenía cerradas en puños.
-¡Pero si tu ni siquiera tienes vida! – Gritó Liam – Te dedicas a limpiarnos la casa, eres nuestra sirvienta, no tienes amigos, no tienes familia, no tienes a nadie, eres una amargada que no se le puede decir nada…
-Basta – empezó Alana furiosa -  para de una vez o te arrepentirás.
-… eres una idiota que no se da cuenta del cariño que te tiene esta familia, desde que llegaste no has hecho más que estorbar, mis padres van a terminar odiándome por tu culpa, ¡NO DEBERIAS HABER NACIDO NUNCA! -  estalló Liam enfurecido.
El tiempo pareció detenerse, Liam se dio cuenta de lo que había dicho y le cambio la cara por completo, del rojo pasó a un blanco absoluto. Alana se quedó parada, asimilando lo que había escuchado. Nunca hubiera imaginado que aquel chico le fuera a decir lo que le había dicho. Cualquier cosa menos aquello. Alana notó que dentro, muy dentro de su interior, algo se quebraba, ¿su alma?, ¿Su corazón? Lo ignoraba. Lo único de lo que estaba segura es que todo iba a cambiar. Todo.
-¿Qué… has… dicho? – La chica habló muy bajito. Su voz parecía haberle abandonado.
Liam tragó saliva.
-Alana… - empezó.
-¡BASTA! ¡NO QUIERO QUE PRONUNCIES MI NOMBRE! – gritó como nunca había gritado. Su cabello comenzó a moverse como si hubiera un vendaval – ¡TE ODIO!
Entonces un fuego abrasador salió de todo su cuerpo repartiéndose a su alrededor y lanzando a Liam a tres metros hacia atrás, cayendo de espaldas en el suelo.
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(LIAM)
De repente notó que una fuerza lo golpeó en el pecho y lo lanzó varios metros atrás.
Sintió un fuerte golpe en la espalda. Se levantó rápidamente y se quedó mirando a Alana sorprendido.
La chica estaba muy pálida, los pelos se le pegaban a la cara y estaba sudando. Respiraba fuertemente como si hubiera estado corriendo una maratón y su cara era de asombro total. Finalmente no pudo más y se agarró rápidamente al palo de la sombrilla para no caer. Se aferraba con todas sus fuerzas para evitar caer al suelo, y Liam notó que Alana estaba temblando de pies a cabeza.
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(ALANA)
El fuego interior había desaparecido, se había ido.
¿Qué había pasado? Miró a la piscina, y se dio cuenta, sorprendida, que la mitad del agua se había evaporado, y el aire estaba más asfixiante que antes.
Seguidamente miró a Liam: estaba muy pálido, y tenía un corte en la mejilla que le sangraba.
Escuchó que él susurraba algo, mientras se levantaba tambaleándose y avanzaba hacia ella cada vez con más apremio.
Cuando ya estuvo a un metro de distancia, entendió lo que susurraba.
Tenía una expresión anhelante en el rostro.
-No te vayas… - repetía una y otra vez.
De pronto, sin previo aviso, se le echó encima reteniéndola entre sus brazos.
Alana, sorprendida, se las arregló para deshacerse de sus fuertes brazos. Pero él seguía intentando agarrarla. Alana, asustada le dio un fuerte empujón haciendo que el chico perdiera el equilibrio. Y cayera al suelo. No se lo pensó dos veces, y empezó a correr. Liam siguió llamándola por su nombre.
-“Está loco” – Pensó Alana – “completamente desquiciado.”
Salió de la casa, y llego hasta la plaza del río.
De fondo escuchó pasos, Liam le estaba siguiendo, por lo que decidió esconderse detrás de un coche. Se quedó allí escondida con la cabeza entre las rodillas, mientras oía a Liam llamarla una y otra vez. Daba igual cuanto la llamase, no iba a salir. Se sentía como si estuviera en el fondo de un pozo, hundida y lejos de todos, como si nunca fuera a salir de aquella agua negra, como si nunca fuera a sentirse bien.

FIN DEL CAPITULO.


*Kakashi es el maestro de Naruto, que es una serie de anime y manga (por si alguien no lo sabía =) )