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viernes, 27 de mayo de 2011

Capitulo 8 **Miracle** (Paramore)

Alana se encontraba frente al espejo, admirando su vestido. Ya habían pasado varias semanas desde lo ocurrido con Erik, y todavía al pensar en ello, se sonrojaba. Dio un giro para ver mejor el vestido. Simplemente era perfecto. Era un vestido largo de color rojo vivo. Tenía un escote palabra de honor, pegado hasta la cintura y suelto por debajo. Por detrás era abierto, unido con cuerdas muy finas. También tenía una tela transparente y vaporosa que iban enganchadas a las muñecas. Cuanto más lo veía, más le gustaba. Nunca había llevado algo tan delicado y bonito. Solo le faltaba un detalle. Giró la cabeza y vio en su cama el colgante que siempre llevaba. Lo cogió y lo miró pensativa.
-“Puede que éste colgante fuera de mi madre – pensó Alana – pero se lo regaló mi padre con todo  su cariño, y ahora ese cariño me pertenece a mí”
-¿Ya estás lista? – preguntó Selene que acababa de entrar por la puerta. – Hay que darse prisa, sólo quedan unas pocas horas para el baile, y todavía tenemos que arreglarte ese pelo y maquillarte.
-No sé por qué tanta histeria – Dijo Alana un tanto malhumorada – Por cierto, te queda muy bien el vestido.
A Selene se le iluminó la cara con una gran sonrisa.
-El tuyo tampoco está mal – comentó
Selene llevaba un vestido palabra de honor negro, le llegaba hasta las rodillas. La parte de arriba era un corsé, y tenía también unas mangas caídas y sueltas de encaje. La falta era de gasa y suelta. Tenía unos zapatitos negros con tacón atados al tobillo.
Su pelo, siempre tan lacio, ahora tenía un elegante recogido y varios mechones sueltos, rizados en bucles.
La sombra negra en los parpados le resaltaba el color lila de sus ojos. Los labios rojos, la hacían parecer más una pequeña muñequita.
Como toque final llevaba una gargantilla con una cruz, y unas cadenitas enganchadas a ésta.
-Bien – Dijo Selene mirando el pelo de Alana con ojo crítico - ¡Hay que pedir refuerzos! – Salió al pasillo y gritó - ¡Matt! Ven aquí.
El chico que estaba hablando con un compañero se acercó a la habitación.
-Dime cari – dijo alegremente. Cuando clavó la vista en Alana dio un chillido de sorpresa y exclamó - ¡Esto necesita de mis habilidades urgentemente!
Cogió a Alana de la muñeca y la metió dentro de la habitación. Selene con cara de maníaca, cerró la puerta tras ellos. Dos horas y media más tarde, Alana salía de su habitación completamente arreglada.
Matt y Selene le había recogido con horquillas el lado izquierdo del pelo, y el resto iba suelto y más rizado que nunca, en cascada hasta la cintura.
En la cara llevaba una máscara atada con un lazo: era negra y resaltaba mucho sus ojos color gris plateado.
Los cuatro amigos se reunieron en la puerta de la biblioteca para subir juntos a la cuarta planta, donde se encontraba la gran sala de baile.
Los chicos también se habían arreglado bastante:
Tay llevaba un traje gris con el chaleco a juego. También tenía una pajarita negra, camisa blanca y el pelo totalmente engominado hacia atrás.
Matt, por el contrario, iba vestido a juego con su extravagante personalidad.
Vestía unos pantalones pitillo blancos, camisa de manga larga blanca, le estaba bastante pegada. Un chaleco plateado muy llamativo y una pajarita azul. Calzaba unos mocasines negros, y su pelo rojo y brillante, lo llevaba de punta.
Subieron a la cuarta planta, y se pararon frente al gran portón que daba a la sala de baile. Suspirando, abrieron la puerta y entraron.
……………………………………… (¿?)
Alguien estaba en una habitación oscura, lo único que iluminaba la habitación era una pequeña luciérnaga confinada en un bote de cristal. Aquel extraño sostenía la espada del tercer héroe mientras jugaba con ella y la examinaba. Por una ventana entraba aire, haciendo mover las cortinas. Dos personas más entraron en la habitación.
-¿Qué noticias me traéis? – preguntó el extraño a modo de saludo.
-Todo va bien – informó uno de los visitantes – nadie sospecha de ti. El director de Battle Cross cree que han sido los de Hollow Castle.
-Perfecto – una sonrisa se le dibujaba en el rostro – seguimos con el plan que teníamos desde el principio.
-La parte de poner a Battle Cross contra los brujos fue fácil – dijo divertida la otra visitante – Tendrías que haber visto la cara del director cuando se enteró del robo Alan, estaba realmente furioso.
-Entonces solo nos falta distraer a los de Hollow Castle y todo irá ya solo…
-Y entonces – Alan con un fuerte golpe cortó con la espada una mesa cercana – se hará justicia.
………………………………………. (ALANA)
La sala estaba abarrotada de gente. Todos vestían trajes de gala y llevaban máscaras. Algunos ya se la habían quitado hartos de llevarlas, y las sujetaban en la mano o acababan encima de alguna mesa. La sala era enorme, toda ella era dorada y blanca. Del techo colgaban enormes arañas que iluminaban la sala, el suelo era blanco marfil muy brillante. Grandes ventanales se abrían en las paredes y largas mesas, pegadas a la pared, con comida y bebidas. Al fondo había una especie de escenario donde se hallaban muchos instrumentos musicales, más apartado se encontraba  un precioso piano de cola negro. Al otro lado de la sala había un gran balcón donde  varias parejas estaban  tonteando.
-Fly – le dijo emocionado Matt - ¿Después me dejarás bailar contigo no? Tengo que presumir de amiga – le guiñó un ojo.
-Yo no sé bailar – dijo negándose – y además ¿presumir de qué?
-¡Oh vamos! – Matt puso los ojos en blanco – lo sabes muy bien – señaló con la cabeza a un grupo de chicos que se la comían con los ojos y cuchicheaban entre ellos.
Alana sonrojada dijo:
-A mí solo me interesa quien es especial para mí.
Matt fue a replicarse, pero Selene le cortó.
-Ya vienen los de Battle Cross – informó Selene mientas señalaba la puerta.
Por ésta entraron montones de chicos y chicas arreglados para la ocasión. Miraban a todas partes curiosos y hablaban entre ellos. La mayoría de los chicos, como Selene había dicho, eran verdaderos atletas, todos muy musculosos y las chicas esbeltas y en muy buena forma.
Cuando todos hubieron entrado en la sala, los dos directores de ambos colegios, subieron al escenario y se dieron la mano. El director de Battle Cross era alto, alrededor de los cuarenta años, aunque seguía en muy buena forma. La cara la tenía llena de cicatrices aunque la más llamativa le atravesaba los labios superior e inferior de la parte derecha de su cara. Su pelo marrón oscuro estaba cortado al estilo militar, y sus grandes y severos ojos oscuros recorrían críticamente el salón. Su abuela se acercó al micrófono y habló:
-Bienvenidos y gracias al director Elías por haber accedido a hacer posible este bailes entre ambas instituciones. Es importante que las personas se respeten aunque sean  diferentes. También es importante que no se guarden rencor por cosas pasadas. – La directora clavó su mirada en Alana – Y sin más dilación, doy comienzo a esta fiesta. Disfrutadla.
La banda comenzó a tocar. Algunos alumnos se dirigieron rápidamente hacía las mesas con comida mientras que otros, se dirigían al centro de la pista a bailar. Algunos alumnos haciendo caso al discurso de la directora, se acercaron a charlar con alumnos del otro centro. Alana y sus amigos se acercaron hasta las mesas para servirse comida, a partir de ahí sus amigos se dedicaron a hacer lo que más les interesaba. Selene se fue directa hacia la comida, llenando su plato hasta arriba. Tay se puso a charlar con alumnos del otro colegio, y Matt se dedicaba a revolotear y a tontear con un chico de Battle Cross especialmente grande y fuerte. Alana por el contrario no hacía más que rechazar a todos los chicos que la invitaban a bailar. La chica ya llevaba un rato aburrida, así que se dedicó a observar a la gente. Entonces vio a un grupo de gente que le llamó especialmente la atención. Uno de ellos era bajito, pero fuertote. Tenía el pelo castaño y rizado, aunque lo que más llamaba la atención eran los pequeños pero increíbles ojos azules que parecían dos linternas. Llevaba un traje negro de chaqueta con la corbata a juego, también una camisa azul claro. A su lado había una chica muy alta, de piernas kilométricas. Su pelo era rubio y corto con un flequillo al estilo emo cogido con pincitas brillantes. Llevaba un vestido muy corto y pegado con una raja que marcaba aún más sus piernas. La prenda era color verde manzana con adornos en rosas, calzaba unos tacones de aguja muy  altos. Pero lo que realmente llamaba la atención eran los dos chicos a los que iba agarrada la muchacha. Uno era muy alto y musculoso. Su pelo era rubio y rizado con unos ojos de un bonito color azul. Iba vestido con un esmoquin negro, una camisa blanca que le quedaba muy ajustada, con un botón desabrochado y las mangas arremangadas hasta la altura de los codos. Llevaba la corbata atada al brazo derecho en forma de brazalete. En su mano izquierda sostenía una chaqueta negra apoyada en el hombro. El otro chico que estaba al otro lado era…
Reconoció esa increíble mirada verde al momento.
…………………………………………….. (¿?)
-¡Rápido! Debemos darnos prisa – dijo la profesora Mindblood – Antes de que se den cuenta.
Se encontraban recorriendo rápida y sigilosamente los pasillos de Hollow Castle.
-Pero profesora – dijo el alumno más cercano - ¿De verdad creen que la espada del tercer héroe está en el colegio?
-Eso creemos – contestó mientras giraban una esquina con precaución – tenemos que buscar bien.
-Este colegio es enorme – comentó una alumna mirando a todas partes con inseguridad – vamos a tardar horas.
-Por eso la fiesta será larga – habló otro chico sonriendo
………………………………………………. (ALANA)
Liam estaba allí, a unos cuantos metros sonriendo despreocupadamente.
Llevaba una camisa blanca con varios botones desbrochados y una corbata negra colgada en el cuello pero sin anudar. Sostenía una chaqueta apoyada en el hombro, como su amigo.
Unos vaqueros negros, con cadenas colgadas y para darle su toque personal, unas converses negras.
El pelo lo llevaba con su habitual melena despeinada y sin recoger. Tenía varios collares, entre ellos una púa plateada.
Estaba bromeando con su amigo y repentinamente, como si notara que ella le miraba, clavó su vista en la de Alana.
Su primera reacción fue contener el aliento, pero luego sonrió pícaramente.
Alana no podía creérselo, había olvidado completamente que Liam estudiaba en Battle Cross. ¿Cómo había sido tan estúpida? ¿Cómo la había podido reconocer si llevaba el antifaz puesto? ¿Por qué siempre le pasaba todo a ella? Entonces Liam empezó a avanzar despreocupadamente hacia ella. Cada vez se acercaba más. La chica estaba más nerviosa con cada paso que daba, hasta que se le ocurrió algo.
-Matt – Dijo con firmeza la chica mientras le agarraba de la muñeca – He cambiado de opinión – Se quitó el antifaz y lo tiró al suelo – Vamos a bailar.
-¡Ay  Honey! ¿Pero qué…?
Alana le dio un tirón y lo arrastró hacia la pista de baile, pasando por el lado de Liam. Olía a regaliz rojo y a… menta.
Se dirigieron a la pista de baile y empezaron a bailar. Por el rabillo del ojo Alana vio que Liam se acercaba a la chica de la que estaba acompañado y le susurraba algo al oído. Ésta rió tontamente y le dio un beso en la mejilla. Odiaba a las tías así, se comportaban de una manera desquiciante. En ese momento se preguntó qué pasaría si accidentalmente el pelo de aquella chica empezaba a arder. Liam dirigió a su pareja al lado de Alana y empezó a bailar también. La chica molesta, dirigió a Matt hacia otra parte, perdiendo de vista por fin a Liam. Alana suspiró aliviada. No le hacía ninguna gracia tenerle tan cerca. Pensó en salir corriendo entre la multitud y esconderse en su cuarto, pero no pudo hacerlo ya que en ese momento Matt dijo canturreando alegremente:
-¡Cambio de pareja! – mientras se separaba de ella y agarraba a otra chica.
-¿Qué quieres decir con eso? – gritó Alana alarmada. Estuvo a punto de gritarle que no la dejara sola, pero en ese momento alguien tomó la posición de Matt.
La cogió por la cintura fuertemente, y de la mano y comenzó a dirigirla. Demasiado tarde.
-Hola – dijo Liam socarronamente - ¡Cuánto tiempo!
A Alana se le cambió la cara, de preocupación pasó a sorpresa y luego a enfado.
-Bueno, veo que te alegras de verme – dijo sonriendo - ¿No vas a decir nada?
-¡Piérdete! – la chica intentó soltarse de él pero no pudo, Liam era demasiado fuerte. Pero no se daba por vencida y siguió forcejeando.
-Si no paras tendrás que bailar a mi manera, te lo aseguro. – Le amenazó Liam, pero viendo que no había ningún caso añadió – tú lo has querido.
La levantó como si de una pluma se tratara y puso los pies de Alana sobre los suyos, como una niña pequeña. La agarró fuertemente por la cintura para que no se escapara. Alana se sintió aprisionada. Sus caras quedaron tan cerca que la chica podía ver total claridad esos ojos verdes. En ese momento no supo que decir ni que insulto usar contra Liam. Se arrepintió demasiado tarde de no haberse puesto esos tacones de aguja para poder agujerearle los pies a gusto. Pero entonces se le ocurrió una idea. Dejó de resistirse. Aliviado Liam la liberó un poco, Alana se le acercó un poco más y le susurró al oído mientras apoyaba las manos en el pecho del chico.
-Siempre he tenido ganas de hacer esto… - ronroneó Alana.
Liam puso cara de  no podérselo creer y entonces dijo:
-Yo…
Alana acumuló fuego en sus manos, quemándole así un poco el pecho al chico. Éste sorprendido la soltó, momento que aprovechó Alana para alejarse de él.
-Esto es lo que pasa cuando juegas con fuego – la chica se dio media vuelta escondiéndose entre la gente.
Liam se quedó allí pasmado mientras se llevaba las manos al pecho.
Alana no sabía dónde ir, ya no servía de nada ir a su habitación ya que el encontronazo que tanto quería evitar ya había tenido lugar. Estaba muy agobiada ¿Por qué no la dejaba en paz? ¿Acaso no se daba cuenta de que no quería verle? Desde la última noche que pasó en casa de los Blackborn y había pasado todo aquello, no había querido saber nada más de él. Nunca perdonaría todo lo que Liam le había dicho aquella noche.
Cuando quiso darse cuenta, estaba sentada en el piano tocando teclas al azar.
-Fly ¿Estás bien? – dijo preocupada Tay. Sus amigos se había acercado a ella – hemos visto lo que te ha pasado con aquel chico.
-He tenido que estar agarrando a Selene un buen rato. – Dijo Matt señalando a Selene que estaba de brazos cruzados echando chispas literalmente – sino se le hubiera lanzado al cuello.
-Tendría que haberlo achicharrado vivo – apuntó Selene mientras abrazaba a Alana -¿Te ha hecho daño?
-No – sonrió cariñosamente la chica – ya le di yo su merecido.
-Esto… - empezó Tay mirando tras ella – creo que deberías darte la vuelta.
Alana obedeció y se encontró frente a frente con Liam y sus amigos. Iba sonriendo de la manera que más le molestaba a Alana. El chico más grande se reía a carcajadas mientras la chica rubia y el muchacho más bajo la miraban con recelo.
-Aunque creo que no ha tenido suficiente – Alana torció el gesto.
-Vaya Alana – bromeó Liam -  no te recordaba tan… ardiente.
Su amigo el grandullón se desternilló a carcajadas limpias. Selene lo fulminó con la mirada.
-Tus chistes siempre han sido pésimos – gruñó Alana. El amigo de Liam todavía se reía exageradamente.
-Joder, tío – comentó el amigo mientras se secaba las lágrimas de tanto reír – no me había reído tanto desde que le hice a Mousy la técnica ninja de los mil años de dolor*
La espectacular chica rubia se cogió del brazo de Liam mientras decía:
-Cari… ¿Quién es ésta… - miró a Alana de arriba abajo – “chica”?
-Ash, después te cuento. – Le dijo Liam y dirigiéndose a Alana dijo – tenemos que hablar.
-Pues yo creo que aquí nadie tiene que hablar con nadie – declaró Selene poniéndose delante de su amiga.
El grandullón se puso frente a ella cruzando los brazos y sonriendo malignamente.
-Gun… - empezó Liam
-Tranquilo Li, déjamelo a mí – dijo seguro de sí mismo – se tratar con muñequitas lindas y delicadas.

Alana pesó que aquél chico no debería haber dicho eso. La chica inquieta observó a Selene y vio que sus mejillas enrojecían por momentos.
-Ya verás tú la delicadeza por donde le va a salir – comentó Matt a Tay por lo bajo.
-De acuerdo – habló Liam – te dejo al mando Gun.
-Hi!** - Exclamó el chico.
Liam fue junto a Alana y le cogió de la mano
-Vamos – le dijo señalando al gran balcón – tenemos que hablar.
-Ni lo sueñes – le apartó la mano violentamente.
Liam se encogió de hombros y añadió:
-Como quieras.
Y como si fuera lo más normal del mundo la cogió como si de un saco de patatas se tratase, echándosela al hombro y dirigiéndose hacia el balcón. La gente sorprendida miraba la escena.
-¡¿Cómo te atreves?! – chilló Alana indignada pataleando. Después miró a Matt y le gritó – Matt, ayúdame.
Matt ignorándola fue a hablar con el chico bajito de ojos azules mientras Tay observaba con los ojos entrecerrados como se iban.
FIN DEL CAPITULO

*técnica ninja, que sale en la serie de naruto.
** palabra japonesa que significa “Si”

viernes, 20 de mayo de 2011

Capitulo 7 **Someday** (Nickelback)

----------------- (DIRECTOR DE BATTLE CROSS)
-¡Buscad por todas partes! ¡Organizad grupos de búsqueda! ¡Incluso matadlos si hace falta! – gritaba el director de Battle Cross colérico.
-Señor – Dijo la profesora Mindblood – he reunido a los mejores de grupo C para rastrear la zona este.
-Bien, y estad muy atentos en Hollow Castle, asignar a un grupo de vigilancia fijo allí – ordenó el director.
-Pero señor director…
-¡Pero nada!, nadie roba en Battle Cross sin sufrir las consecuencias, y menos una panda de brujos aficionados. Poned las dos espadas restantes en la cámara acorazada.
-Sí, señor director.
-La noche del baile será perfecta para registrar el castillo. Que disfruten del baile mientras puedan, ya que como hayan sido ellos… será lo último que hagan.
--------------------------  (DIRECTORA)
Tu madre se llamaba Anne Maia Firesoul, y tu padre Lance Lestrade.
Desde pequeña tu madre siempre fue muy inocente, bastante fantasiosa y sobre todo muy mimada y caprichosa.
Tenía una preciosa melena rizada y negra. Sus ojos, al igual que los tuyos, eran grises y bastante grandes. Su sonrisa era preciosa, además tenía un pequeño hoyuelo en el lado derecho.
-La directora suspiró-
El apellido Firesoul es muy famoso en el mundo mágico, es una de las familias más importantes de brujos, con mucho prestigio. Los apellidos de los brujos van por orden de importancia, por lo que tu primer apellido es Firesoul.
Tu padre, por el contrario, provenía de una familia noble.
Era alto, moreno, tenía los ojos almendrados, y de un color verde bastante oscuro, pero muy trasparentes.
Siempre fue muy serio y reservado, lo que le ayudaba en su gran atractivo. Era banquero.
Pero para poder entender toda la historia mejor, hay que empezar desde el principio.
Anne Maia, o Maia, como solían llamarla, vivía con su madre; una señora muy seria y estricta; en la gran ciudad, Landfield.
El padre de Maia había muerto cuando ella tenía dos años, por lo que se mudaron a una casita en el campo. Al ser una familia tan importante, como era de suponer, tenían sus guardaespaldas privados, los Blackborn, los padres del señor William. Vivían en la casa de al lado.
Los Blackborn tenía un hijo, William, un poco más mayor que Maia.
Desde pequeños fueron muy amigos, eran inseparables. Y como era de esperar, cuando crecieron, se hicieron novios. Los padres de ambos nunca estuvieron de acuerdo con esa relación. Maia Blackborn era demasiado importante para poder estar con un simple “sirviente”.
Esto ya condicionaba la relación de ambos, además, la chica siempre fue muy mimada y caprichosa, como ya te he dicho, algo normal en una hija única, criada por una madre enviudada prematuramente.
Finalmente, cuando William se dio cuenta del carácter de tu madre, decidió dejarla.
Esto fue un duro golpe para Maia, aunque ni aun así, no llegó a olvidarlo nunca.
Cuando William tenía 21 años, mientras cursaba sus estudios en Battle Cross. Se había ido a Bänon a estudiar. Conoció a una nueva jovencita, que se había incorporado como profesora recientemente, Eleonorah Stanley.
No tardaron mucho en estrechar lazos y prometerse.
Mientras tanto, tu madre seguía encaprichada de William y cuando se enteró del acontecimiento, cayó enferma. A tu abuela, que tenía sus propios planes para Maia, no le importaba que tu madre pasara los largos días en cama. Ella arreglaba todo lo necesario para el casamiento de tu madre y un joven banquero. Lance Lestrade.
Lance, tu padre, nada más ver a la joven y hermosa Maia se enamoró de ella, pero desgraciadamente no fue un amor correspondido. Tu madre amó a William hasta el día de su muerte.
-La directora sonrió melancólicamente mientras miraba por la ventana-
Tu padre llamaba cariñosamente a tu madre, Anne.
Como anécdota un tanto curiosa – La directora miró a Alana– Ese candado que llevas colgado, era de tu madre. La “L” era por el nombre de Lance, y la letra es verde porque los ojos de tu padre eran verdes. Él se lo regaló. Este candado tiene una “pareja”, una llave en forma de alas de ángel que se quedó Lance. La llave también tiene gravada una “A”, y es por el nombre de tu madre “Anne”, y plateada, por los brillantes ojos de ella. Tu padre sabía que Maia no estaba enamorada de él, así que esto era una especie de símbolo. Si algún día tu madre cambiaba sus sentimientos y terminaba por amar a Lance, él abriría el candado (símbolo del corazón de tu madre), como si ella le hubiera abierto su corazón. Desgraciadamente nunca llegó a abrirlo.
El día 24 de junio, tus padres se casaron.
Fue una ceremonia privada, solamente asistieron los familiares más cercanos de los dos.
A pesar de que William estaba invitado a la boda, no asistió. Su mujer acababa de dar a luz a su primer hijo, Alan. Maia se enfadó mucho, y volvió a caer enferma. Tu padre nunca se separaba de ella durante estos episodios de “histeria”.
Maia pasaba sus días de enfermedad en enfermedad, y William sólo parecía tener ojos para su mujer y su hijo. Al final Lance decidió ir a hablar con William. Le pidió, por el bien de la salud de su mujer, que retomaran su relación de amistad, ya que él era muy importante para Maia. Cosa, que ambos sabían.
Así empezaron a relacionarse y a tratar mucho más, lo que conllevó la mejoría de Maia.
Se visitaban muy a menudo, aunque esto no consiguió erradicar el odio que Maia sentía hacia Eleonorah.
Al año siguiente, el seno de la familia Blackborn volvió a acoger a un nuevo miembro: Liam Blackborn. Eleonorah y William no podían ser más felices.
Con la llegada de su nuevo hermanito, Alan empezó a ponerse celoso y a hacer cada vez más travesuras. Esos años fueron años de felicidad para la familia Blackborn.
Dos años después nació la primera y única hija de Maia e Lance. Tú, Alana Firesoul.
Tu padre se puso muy contento, y al principio tu madre también. Tu abuela, al enterarse del nacimiento de su nueva nieta, fue corriendo a verte. Cuando llegó a la casa, tu madre estaba en la cama contigo en brazos, Lance estaba a vuestro lado. Tu abuela es fatuo, es decir, tiene la habilidad de ver el futuro cercano. En cuanto fue a tocarte supo que no ibas a poseer poderes, o al menos en esos momentos y se decepcionó mucho. Se enfureció con tu madre, aunque sabía que no tenía la culpa, y Maia influida por su madre acabó por dejarte poco a poco de lado. Tu padre por el contrario, te adoraba y te defendía hasta la demencia. Decía que eras su pequeño amor.
Tres años después, en una cena organizada por los Firesoul, celebrando el cargo que le había ofrecido a tu abuela como directora de Hollow Castle. Anunciaron que ella y tus padres se irían a vivir al pequeño Bänon y sugirieron a los Blackborn irse a vivir al pueblo con ellos. Los Blackborn se negaron ya que Eleonorah estaba esperando a su tercer hijo. Cuando supo esto Maia, en la cena, intentó envenenar a la esposa de William presa de la furia. Cada hijo que tenía William era como una puñalada para Maia.
Se montó un escándalo enorme. William estaba muy furioso, hasta le llegó a decir que no perdonaría nunca a Maia.
Maia al oír esto se desmayó. Lance, como siempre apoyaba lo que hacía su mujer, aunque esto fuera malo, la defendió ante los gritos de William. Hubo una fuerte discusión y casi llegaron a las manos, pero tu abuela los separó a tiempo. A sí que esa misma noche, tus padres hicieron las maletas para dirigirse al día siguiente a Bänon, ya que Maia estaba un poco débil por lo ocurrido. Tu abuela te cogió a ti, y volasteis esa misma noche hacia el pueblo.
Por la mañana, temprano, tus padres para llegar antes, cogieron el helicóptero privado de la familia. No se ha llegado a descubrir exactamente qué pasó esa mañana, sólo se sabe que el helicóptero tuvo un fallo en el motor y se estrelló provocando su muerte.
-Hubo un momento de silencio y la directora empezó a hablar otra vez.-
Un día después enterraron a tus padres en el cementerio de Landfield. Tu tutela recayó en tu abuela, pero ella se negó como una necia a ocuparse de una “simple niña sin poderes”.
Al entierro solo fue William, ya que su mujer había recaído en una antigua enfermedad.
Allí fue donde se enteró de que tu abuela no se haría cargo de ti, y por respeto a la memoria de Maia, y sobre todo por tu padre, por todo lo que te había querido y cuidado, decidió hacerse cargo de ti, como si fueras una hija más.
A los pocos días Eleonorah abortó y perdió a su tercer hijo. Esto causó mucha más pena a la ya añadida muerte de tus padres para la familia Blackborn. Y todo el cariño que estaba destinado a este hijo perdido, te fue destinado a ti. Y así fue cómo creciste bajo la tutela de la familia Blackborn.
…………………….. ALANA
A Alana le escocían los ojos, pero no se podía permitir llorar, sus padres… ¿Realmente su madre había sido tan…?
Por fin sabía la verdad, pero aún  le quedaban muchas dudas que aclarar. Las palabras le salieron como un torrente:
-¿Por qué mi abuela obligó a mi madre a casarse si ella no quería hacerlo? Si realmente amaba al señor William… - balbuceó Alana.
-Tu abuela sólo quería protegerla, que se olvidara de esa enferma obsesión por William. Creía que si la casaba con Lance se olvidaría de él. Pero no fue así, y al final todo acabó mal. – Dijo la directora con lágrimas en los ojos.
-¿Mi abuela ha estado trabajando cómo directora en éste colegio? Y… ¿Dónde está ahora? – Se le quebró la voz a la chica.
La directora se le quedó mirando, después bajó la mirada como avergonzada.
-Alana, ¿Alguna vez has sabido cómo me llamo?
-No, ¿Pero qué tiene que ver eso con lo que acabo de preguntar? – a Alana se le aceleraba el corazón por momentos.
-Mi nombre es Agnes… - dijo lentamente – Agnes Firesoul. Y soy tu abuela.
En ese momento fue como si el tiempo en aquél despacho se hubiera parado. Todo estaba completamente en silencio, Alana solo oía a su corazón latir violentamente, intentando salir del pecho.
-¿Tu… eres… mi abuela? – Consiguió decir Alana.
La mujer, que parecía no poder articular palabra, afirmó con la cabeza. El tiempo transcurría lentamente. La chica tenía un fuerte nudo en la garganta, pero con esfuerzo pudo hablar:
-¿Por qué no te hiciste cargo de mí? ¿Por tus estúpidos prejuicios? – Escupió la chica alterada - ¿Por qué nunca me has querido? Solo necesitaba eso: AMOR. ¡¿Tan difícil es de entender eso?! – se levantó violentamente haciendo que la silla cayera hacia atrás. Apretó los puños fuertemente. La temperatura subía por momentos.
-Sé que he cometido muchos errores – empezó su abuela con voz temblorosa – pero siempre te he querido…
-¡MENTIRA! – gritó la chica con voz desgarrada - ¡No quiero oír más mentiras! – De los ojos de su abuela empezaban a caer lágrimas. En los de Alana también – Sólo necesitaba eso. Es tan simple que parece estúpido: que siempre estaríamos juntas, pero no quisiste mi cariño…
-Alana… - balbuceó su abuela
-… Y ahora yo ya no quiero el tuyo. ¡Cobarde! – Dio media vuelta y empezó a correr. Huyendo… como siempre terminaba haciendo. Su abuela permaneció sentada en la silla, llorando por aquello que jamás tendría.
Tenía que salir de allí, no podía seguir en el castillo, encerrada. Necesitaba aire.
Salió corriendo y cuando se dio cuenta se hallaba en el parque de la zona oeste. Necesitaba pensar. Sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. No pudo más, sus piernas le fallaron, y acabó derrumbándose en mitad del parque, sollozando. ¿Por qué era tan débil? ¿Por qué tenía que llorar siempre por alguien que no merecía la pena?
-¿Alana…? – Sonó una voz familiar y reconfortante. La chica levantó la cabeza y vio a Erik, en cuclillas, delante de ella con cara de preocupación.
Se quedaron mirándose a los ojos un momento, y acto seguido Alana se lanzó sobre el chico abrazándole, provocando que cayeran al suelo.
Se quedaron así, abrazados, hasta que Alana se tranquilizó un poco. Entonces Erik le preguntó:
-¿Qué ha pasado?
A Alana sólo le salió un sollozo.
-Alana, me estas asustando…
-Ha sido todo por su culpa – susurró ella.
-¿Culpa de quién?- dijo sin comprender Erik.
-De mi abuela…
-¿Tu abuela? ¿Ya la has encontrado? – preguntó interesado.
Alana no aguantó más, y acabó contándole todo: Que era una bruja, quien era su abuela, incluso la historia de sus padres… Todo.
Cuando acabó de contárselo y miró a la cara de Erik. Parecía tener una expresión estupefacta.
-Ya sabía la existencia de brujos – Dijo Erik sorprendiendo a Alana – y también me olía que la gente de Hollow Castle no era normal, que pasaba algo.
-Entonces – Empezó Alana - ¿No te importa que sea una bruja? ¿Un bicho raro?
-En absoluto – contestó mientras reía dulcemente – es más, te hace más… interesante y especial. – Ahora se puso serio – y respecto a lo de antes…
-No me importa, tu no sabías nada – lo abrazó más fuerte.
-Pero de todas formas no debí tratarte así. Tuve muy poco tacto. No debí haberte presionado tanto.
-Gracias – le dijo Alana. Se quedaron un rato callados, hasta que a Alana se le ocurrió algo que preguntar. – Y por cierto ¿Qué hacías en el parque a estas horas?
-Digamos que tuve un presentimiento – rió Erik orgulloso – y no me equivocaba, mira con lo que me encuentro. – Alana rió – La chica que me hace perder el control en mí mismo, y volverme loco por ella a la vez.
Alana sintiéndose un poco estúpida, rió mientras le caían las lágrimas.
-Y por lo de tus padres… - habló muy serio Erik – no te preocupes, yo haré que lo olvides todo, ahora me tienes a mi…
Alana lentamente levanto la cabeza, y vio que Erik la miraba fijamente con esos preciosos ojos color miel.
Se le cortaba la respiración mientras se perdía en su mirada. Erik se le acercó lentamente, y la chica cerró los ojos.
Notó sus cálidos labios sobre los de ella. Erik era tan dulce… En un momento había conseguido que olvidara todos sus problemas. Su corazón latía a mil por hora. Él la cogió de la cintura apretándola más contra su pecho. Por una vez se sentía a salvo. Aunque no conocía apenas a éste chico, le transmitía mucha confianza, mucha familiaridad, como si ya lo hubiera conocido de antes. Alana empezaba a marearse, no podía respirar, ya que Erik no apartaba sus labios de los de ella.
De repente Erik se apartó. Alana sorprendida le miró a la cara, y vio que éste miraba al frente. La chica siguió la dirección de su mirada. Allí se encontraban sus tres amigos.
Matt parecía estar al borde de un infarto, se abanicaba intentando no llorar de la emoción; Selene le miraba con la boca abierta y sorprendida; Tay miraba hacia otro lado, un tanto incómodo.
-Chicos, ¿Qué…? – dijo Alana mientras se levantaba avergonzada.
Selene sin decir una palabra corrió hacia ella y la abrazó fuertemente.
-Estábamos muy preocupados por ti – aclaró Selene.
Matt y Tay se acercaron. Matt llorando le cogió la mano a Erik y se la estrechó moviéndola emocionadamente.
-Soy Matthew Greeney – dijo sollozando – gracias por encontrarla. Tú debes ser Erik.
-El mismo – le respondió Erik con una sonrisa amistosa.

FIN DEL CAPI =D

viernes, 13 de mayo de 2011

Capitulo 6!! (T.T nos alegramos mas que nunca xD) **Too close for comfort** (McFly)

“Q hay Cenicienta, te spero el sábado a ls 10 la noxe en el parq oeste ;)
Buenas noxes, sueña cnmigo!”
Alana se puso totalmente colorada. Matt que estaba con la “antenita puesta” lo notó. Sin decir una palabra, rápido y silencioso como una pantera, le quitó el móvil de las manos, empezó a leerlo. De repente empezó a pegar gritos y saltos como un histérico, haciendo que algunos chicos que estaban en la sala, dieran un bote del susto. Lo mismo le pasó a Selene, sólo que ésta se tropezó y cayó de bruces al suelo.
-¿No sabes que quitar los móviles y leer mensajes privados es de mala educación? – le regañó Alana molesta, arrebatándole el móvil al emocionado Matt.
Tay seguía sentado pensando en la jugada aprovechando la distracción de su contrincante.
-¡Bien! -  gritó Matt sin hacer caso del comentario de Alana. De fondo se escuchaban voces intentando acallar la voz histérica de Matt - ¡Decidido! El sábado por la mañana nos vamos de compras.
Selene al oír la palabra “compras” se le iluminaron los ojos y puso cara de ilusión.
-¡Siii! ¡Compras! – gritó contenta la chica.
Los pocos alumnos que había en la sala viendo que no se callaban, acabaron yéndose con resignación a sus habitaciones.
-¡Hay que trazar la ruta! – Informó Matt mientras hacía aparecer un mapa del pueblo - ¡Se llamará operación caza!
Selene famélica empezó a saltar alrededor del muchacho diciendo cosas muy rápidamente sin que se entendiera y poniéndose cada vez más rojas por no respirar. Acabó atragantándose y empezó a toser, pero eso no fue impedimento para que se estuviera quieta.
-Ya sé que debería acostumbrarme a esto, pero cada día son más molestos – le oyó Alana decir para sí mismo a Tay.
Éste con un último movimiento dio jaque mate al rey de Matt.

El sábado por la mañana Selene despertó a Alana muy temprano y aunque ésta se quejó e intentó quedarse en la cama, Selene con un sencillo movimiento de muñeca hizo que un vendaval levantara el lacio cuerpo de Alana y la soltara en el suelo.
-No sé por qué te resistes a mí – comentó altivamente Chibiyue – siempre acabas perdiendo.
-Algún día te acordarás de mí, pequeñaja -  le contestó Alana furibunda mientras le levantaba torpemente del suelo.
De repente se abrió la puerta de su habitación y apareció Matt muy arreglado.
-¿Listas señoritas?, la operación caza comienza ¡YA!
-------------------------------------- ???
Corría como alma que lleva el diablo por los pasillos de Battle Cross, estaba sudoroso y asustado. Tenía que llegar a su destino ya. Cuando giró la esquina, se sintió un tanto aliviado al ver la puerta. Normalmente llamaba y esperaba a que le autorizaran a entrar, pero ese día no podía andar perdiendo el tiempo. Abrió la puerta sin más.
-¡Señor director! – Dijo el hombre sin aliento – Tengo que hablar con usted.
El despacho del director era grande, imponente y frio. Tenía estanterías y armarios llenos de libros y papeles. En el centro de la sala había un gran escritorio de mármol blanco con papeles y plumas, todo desordenado. El director levantó la vista sorprendido ante tal entrada.
-Profesor O’donnel – dijo indignado el director - ¿Qué formas son esas de entrar?
-¡Es urgente! ¡Le han robado! – gritó desesperado el profesor.
El director, blanco como la pared, se le quedo mirando fijamente.
-Explíquese – habló lentamente.
-La espada del tercer héroe ha sido robada.
……………………………………….. (ALANA)
Llevaban horas comprando y buscando los trajes perfectos.
Matt y Selene ya habían encontrado su traje para el baile, pero Alana no acababa de decidirse.
-El morado te queda mejor – opinó Selene
-¡Ay no! – Gritó Matt – El vestido rosa palo te resalta los ojos, además, estas muy mona.
-Pues a mí no me gusta ninguno de los dos – dijo cortantemente Alana mientras revolvía harta los vestidos -  además no sé por qué tengo que ir a esa dichosa fiesta, ni siquiera sé a qué viene.
-Porque los directores de ambos colegios quieren unir lazos entre los dos colegios – Explicó Matt – siempre ha habido mucha rivalidad entre nosotros.
-Normal – habló Selene abriendo mucho los ojos como si fuera obvio – los tíos son unos malditos armarios empotrados y las tías son… ejem…
-Ligeritas de cascos – completó Matt
-¿Y por qué tiene que ser un baile de máscaras? – preguntó Alana molesta.
-¡Porque si! – Finalizó el chico, y tirándole un vestido color turquesa le dijo – pruébatelo
Selene le quitó de las manos el vestido.
-¿Estás loco? ¡Este no le pega para nada! – gritó espantada Selene
Los dos empezaron a pelearse a gritos en mitad de la tienda, mientras la gente allí presente se los quedaba mirando preocupados. Alana no tenía ganas de escucharlos más. Dirigió su mirada hacia el expositor donde había montones de vestidos. Uno de ellos llamó especialmente la atención de la joven. Era largo, rojo y perfecto.
Selene se calló y miró en la dirección donde miraba su amiga. Una enorme sonrisa le recorrió el rostro, levantó una ceja y le dio un codazo a Matt, quien seguía gritando.
Éste también miró. Dio un gritito y él y Selene corrieron hacia la prenda.
-Me parece que ya lo hemos decidido – declaró Selene, que sostenía el vestido rojo en las manos.

Unas horas más tarde, en el parque cuando ya no había nadie, Alana se encontraba sentada en un columpio esperando a Erik. Llevaba un rato esperando y no aparecía. A lo mejor había sido una broma y no iba a venir.
Ya había anochecido y la única luz que había era la de las pocas farolas del parque. Una luciérnaga revoloteaba por los alrededores iluminando los sitios oscuros. Alana la seguía con la vista, al final el pequeño bichito se adentró en la espesura de un bosque cercano, llevándose con ella su cálida lucecita. De repente por el oído derecho escuchó la canción de “Psicosis”. La chica pegó un bote chillando al mismo tiempo. Unas inocentes carcajadas se escucharon a su espalda, Alana se dio la vuelta y vio a Erik con el móvil en la mano.
-Eres idiota – exclamó Alana enfadada y avergonzada – casi me da algo.
-Lo siento, - dijo Erik mientras se ponía delante de la muchacha – no sabía que no te gustasen los sustos.
-¿Es que acaso hay alguien que le gusten? – inquirió Alana
-Pues tengo unos cuantos amigos que son masocas, y les encanta – reconoció él.
-¿Y me ves la cara de masoquista acaso? – le dijo Alana mirando para otro lado - ¡Eres idiota!
-Va, no te enfades – Le dijo Erik con voz melosa. -Venga, que estás mucho más guapa cuando sonríes.
Alana seguía en el columpio enfurruñada, por lo que el chico frente a ella le dijo mirándola a los ojos:
-Venga, perdóname por favor. Prometo no volver hacerlo otra vez ésta noche.
-¿¡Esta noche?!
-Mmm… vale, durante una semana – Dijo poniéndole la sonrisa descarada.
Entonces le cogió la mano.
-Vamos, que tengo un sorpresa preparada.
La chica lo miró bastante avergonzada
-Pero de las buenas ¿Eh? – le susurró el chico al oído.
Entonces se le acercó más y Alana, pillada por sorpresa se echó para atrás. Casi se cae del columpio, pero en el último momento Erik la sujetó por detrás de la cintura. La puso en el columpio y dio un paso atrás:
-Por cierto, vienes muy mona hoy – le comentó
La chica vestía una falda vaquera corta (influencia de Selene), una camiseta negra que dejaba ver los hombros, unas medias negras con agujeros y unas converses.
No seas idiota, vengo como todos los días – respondió la chica mientras se reía – Tú tampoco vas mal – Dijo imitando la voz de Erik.
Erik llevaba una camiseta de color morado y unos pantalones desgastados y un poco caídos, con unas deportivas.
Aunque Alana se resistió al principio, al final se dejó guiar de la mano hacia un bosquecillo que había allí cerca.
-¿Dónde vamos? – Preguntó ella con curiosidad – Está muy oscuro
-¿Acaso tienes miedo a la oscuridad? – Dijo mientras le pasaba un brazo por los hombros.
Ella sonrió y se apartó un poco.
-Se defenderme perfectamente – mientras se adentraba en el bosque, había una luz en el horizonte que se iba iluminando cada vez más.
Entonces llegaron a un claro. En el centro había una mesa, alumbrada por varios farolillos, y dos sillas. Encima de la mesa había una vela encendida y dos copas con chocolate. También había dos platos llenos de comida.
-Por favor, siéntate – Dijo Erik mientras le retiraba la silla.
Cuando estuvieron los dos sentados Erik añadió:
-¡Un brindis! – cogió la copa y la levantó
-Pero si es chocolate – comentó Alana mientras levantaba la suya y la examinaba.
-Claro – Dijo sonriendo dulcemente – es la primera bebida que bebimos juntos… y espero que sean muchas más, ¡chin – chin!
Alana había visto que siempre pasaba este tipo de situación en las películas, pero nunca habría podido creer que le pasaría a ella. Ningún chico le había tratado tan bien en mucho tiempo. Cuando brindaron las copas y tomaron un sorbo, Erik le quitó las tapaderas a los platos. En ellos había tortellini rellenos de carne con salsa de champiñones y olían de maravilla. Alana se quedó boquiabierta.
-¿Sabes cocinar? – preguntó la chica mientras pinchaba un tortelini en el tenedor y se lo llevaba a la boca. Estaba muy bueno.
-Bueno, todo el mundo tiene sus secretillos ocultos – dijo misteriosamente levantando la ceja.
Alana sonrió nerviosa, y se puso a juguetear con el candado que llevaba de colgante.
-¿Y ese collar? – Preguntó interesado Erik – es el que se te cayó ¿verdad?
-Sí, es muy importante para mí, si lo perdiera me sentiría muy mal. – dijo mientras lo examinaba.
Era un delicado candado de plata, con relieves en formas florales, y una “L” verde gravaba en el centro. En la parte de abajo se hallaba la cerradura.
-¿Y por qué es tan importante? – preguntó Erik curioso
Alana apartó la vista y miró hacia otro lado.
-Me trae muy buenos recuerdos – dijo sonriendo nostálgicamente – digamos que es de una persona muy especial.
Se tiraron la mayoría de la hora hablando y tonteando.
Sobre las 11 y media, recogieron y se dirigieron al centro. Estaban paseando por las calles comiéndose un helado cuando Erik preguntó:
-¿Por qué no me cuentas algo de tu familia? – Preguntó de repente Erik mientras se comía su helado.
Eso a Alana le pilló completamente desprevenida.
-¿Y por qué no me lo cuentas tú? – intentó esquivarlo la chica.
-No te escaquees – rió Erik – yo lo he preguntado primero
-Está bien - Alana suspiró – Vivía con los mejores amigos de mis padres, ya que éstos murieron en un accidente de helicóptero cuando era muy pequeña. Ahora estoy instalada en el Hollow Castle y la directora es mi tutora legal.
-Vaya, es un poco… - Erik se lo pensó
-¿Deprimente? – Finalizó Alana seria – lo sé, un poquito…
-Y esa familia con la que estabas, los amigos de tus padres ¿Cómo se apellidan?
-Blackborn – le informó la muchacha sin mucho entusiasmo.
-¿No tienes más familia aunque sea lejana o algo así? – preguntó con curiosidad Erik mientras se terminaba su helado.
-Bueno, - empezó Alana – tengo una abuela pero…
-¿Si? – insistió Erik
-No la conozco – declaró – Nunca la he visto.
-Pero… no sé, si sabes que tienes abuela, es porque habrás tenido alguna noticia de ella, digo yo…
-Lo mismo podría estar muerta, que a mí me daría igual – Habló Alana encogiéndose de hombros como si le diera igual. Pero no era verdad.
-¿Por qué te pones tan a la defensiva? – le dijo Erik ceñudo.
-Porque no quiero hablar de ello y punto – cada vez estaba más molesta
-¿Acaso tienes algo que esconder?
-¿Y tú, por qué insistes tanto? ¿No ves que no quiero hablar de ello? – dijo enfadada
-Alana, ¡Solo intento entender por qué! – se justificó Erik. Se puso frente a ella y le intentó coger de los hombros.
-¡Pero es que nadie te ha pedido que me entiendas! – estalló Alana zafándose de sus manos y dando un paso hacia atrás para alejarse de él. Erik la miró con cara de incomprensión.
-Perdón por intentar entenderte, no sabía que era un delito – Dijo irónicamente, y claramente molesto – Pareces una niña chica, creía que eras más madura.
A Alana eso le sentó muy, pero que muy mal.
-¡Y tú que sabrás! – Chilló con las mejillas encendidas - ¡Ni siquiera me conoces! ¡No tienes ningún derecho a meterte en mi vida!
-Me parece a mí que esto se nos está lleno de las manos – Erik parecía arrepentido.
-No, todo es como tenía que ser – Alana no paraba de juguetear con su candado.
-¿Por qué no entiendes que sólo quiero entenderte? – Dijo Erik con cara de desesperación.
-¡¡Porque no!! – Agarraba con fuerza el candado - ¡¡Porque no te necesito, ni a ti, ni a nadie!!
Alana salió corriendo
-Alana, ¡Espera! – Gritó Erik de fondo.
Otra vez se encontraba corriendo por la ciudad, huyendo de un chico. Y toda la culpa la tenía ella. Su abuela.
Llegó al colegio y subió los tres pisos corriendo como si el infierno la persiguiera. Le escocían los ojos, pero no iba a llorar. Un día, hace mucho tiempo se prometió a si misma que no lloraría más por nadie. Abrió de sopetón la puerta de la sala común, y se encontró allí con sus amigos, los cuales se giraron sorprendidos por aquella entrada.
-¡Honey! – Saludó Matt - ¿Qué tal te ha ido…? – se quedó a medias al ver la cara de Alana.
-¡Fly! – exclamó Selene preocupada, corriendo hacia ella.
-¡No os acerquéis más! – advirtió Alana temblando – Ahora no quiero hablar.
-Pero Alana, ¿Qué ha pasado? – preguntó Selene con cara de incomprensión.
-Si te podemos ayudar en algo… – empezó Tayson.
-¡No! – gritó Alana volviendo a notar ese fuego dentro de ella - ¡Nadie puede ayudarme! ¡No os necesito!
Una honda de fuego salió en todas direcciones. Sus amigos sorprendidos retrocedieron para no quemarse.
La chica se dirigió corriendo a su cuarto y cerró la puerta de un portazo. Para asegurarse de que no entrara nadie, hizo aparecer un bloque de hormigón detrás de la puerta. Se sentó en su cama y escondió la cabeza entre las rodillas. Acto seguido se empezó a escuchar en la puerta llamar.
-Honey, ¿Estas bien? – sonó al otro lado de la puerta, era la voz de Matt – por favor, abre.
-¡Joder! -  se escuchó decir a Tay – si así acaban todas las citas, mejor no ir a ninguna.
-¡Ah! ¡Cállate! – le dijo enfadada Selene.
Aquello tenía que acabar. Cada vez que salía su pasado, sus padres, su abuela… era un infierno, y eso no dejaba de atormentarla. Sino hacía algo, su propio pasado iba a acabar por destruirla. Siempre le había tenido miedo a su pasado, a descubrir quién era realmente, a descubrir algo que no le gustara.
Pero ya no podía esperar más. A cada minuto que pasaba se destruía a si misma poco a poco. Era el momento de plantarle cara a lo que siempre le había asustado descubrir.
Se levantó de la cama decidida, y salió por la puerta. Sentados en el pasillo, estaban sus amigos, esperándola con la espalda apoyada sobre la pared. Al ver salir a Alana, se levantaron al mismo tiempo. Intentaron decirle algo, pero ella salió corriendo hacia el despacho de la directora. Cuando llegó a la puerta, abrió sin llamar y entró. La directora, que estaba sentada, escribiendo, levantó la cabeza sorprendida.
-Cuéntame quienes son mis padres… ¿Y mi abuela? – le inquirió Alana
-Señorita Williams – dijo muy severa la directora - ¿Qué formas son esas de entrar?
-Exijo – habló la chica alterada, levantando la voz – que me lo cuente todo. Tengo derecho a saber quién soy, quienes eran mis padres.
La directora se le quedó mirando seria e indecisa.
-Por favor – pidió Alana. La directora suspiró.
-Está bien - se rindió la mujer – siéntate. – Alana obedeció – Te contaré todo lo que quieras saber, pero algunas cosas no te gustarán – y viendo que Alana no se echaba atrás añadió – Ésta es tu historia.

FIN DEL CAPITULO.

viernes, 6 de mayo de 2011

CAPITULO 5!!! **Let the flames begin** (Paramore!!!)

-Bueno chicos, yo me voy a nadar un rato a la piscina del centro – Dijo Alana mientras cerraba su libro de magia negra y guardaba todas sus cosas en la mochila.
-Pero Honey, si está diluviando fuera, ¿No escuchas la tormenta? – Comentó preocupado Matt.
-Además – Dijo Tay poniéndose bien las gafas, gesto que era muy característico de él – Ya sabes que la piscina cierra a las 8 y media, y ya son las 9 menos cuarto de la noche.
Alana sonrió
-No me asustan un par de gotas, además, ya sabéis que el hecho de que esté cerrada no me supone un problema – Añadió mientras guiñaba un ojo.
La chica cogió su mochila y se dirigió a la habitación para coger su bañador y su toalla.
Selene la siguió. Cuando entraron, la chica comentó con cara de preocupación:
-Fly… sé que te encanta nadar de noche, y que piensas en tus cosas y demás, pero… No he podido evitar escucharte las noches de tormenta… tienes pesadillas y…
Selene no parecía la misma, se había puesto seria de repente, y la miraba fijamente.
-Bah, no son más que sueños, además, como dije antes, no me asustan un par de gotas – Volvió a sonreír Fly
-Alana… sé que te dan miedo las tormentas.
-Yo… eso no… - intentó disimular la chica.
-Si quieres que te acompañemos yo o alguno de los chicos no tienes más que decírnoslo – Añadió muy preocupada Selene
Alana sonrió, ésta vez con sinceridad.
-De verdad que no – Dijo Alana mientras revolvía el pelo a Selene – pero muchas gracias de todas maneras Chibiyue
Selene pareció volver a la realidad, y se despidió de la chica dándole un fuerte abrazo.
Era cierto que a Alana le daban miedo las tormentas, pero ni eso le había impedido nunca ir a la piscina.
Era el único momento del día en el que estaba sola, y podía pensar en sus cosas con tranquilidad.
Al salir por la puerta del castillo, cayó por allí cerca un relámpago, que iluminó los alrededores.
-“No sé por qué me dan tan mala sensación las tormentas, es como si trajeran con ellos algo malo" - pensó la chica mientas le recorría el cuerpo un escalofrío.
Aligeró el paso, y se dirigió a la zona sur de Bänon. Cuando estuvo frente al “ST Nikolas College” no le costó nada saltar la valla y colarse en un momento dentro del colegio. Al ser un colegio para no brujos, no contaba con la alta tecnología y conjuros que tenía Hollow Castle, por lo que se bastaba con mandar una pequeña honda de magia al detector de movimiento para desactivarlo.
Se dirigió al patio trasero, y escaló la valla. Una vez hecho esto, saltó al tejado del edificio de al lado.
Cuando ya estaba en el tejado, se coló por una ventana abierta. Por fin había llegado a la piscina.
Era más fácil entrar por allí, que evitar a los dos guardias de la entrada, y recorrer las dos grandes pistas de baloncesto y de voleibol.
Cuando se hubo cambiado, se tiró directamente al agua
-mmm… que buena está el agua -  susurró Alana mientras flotaba.
No había notado el agua tan fría como otras veces, porque ya estaba mojada de la lluvia, por lo que no notó tanto el contraste.
Volvió a caer otro rayo, que volvió a iluminar los alrededores. Los cuervos, parados en una ventana cercana, la miraban y graznaban al mismo tiempo.
Se pasó la hora siguiente haciendo largos en la piscina, aunque muy inquieta.
Más tarde salió de la piscina, se quitó el bañador mojado, y se pudo unos pantaloncitos cortos, y una camiseta rosa cogida al cuello.
Alana suspiró. Todavía recordaba el día que al entrar en su cuarto, se encontró a Selene sacando toda la ropa de su armario, y amontonándola en el centro de la habitación para luego tirarla.
-“No me gusta nada tu ropa, una chica tiene que ser mucho más femenina, por eso te he reformado el armario”
Eso era lo que le había alegado Selene mientras le tiraba la ropa, y por mucho que ella le había pedido, incluso suplicado que la dejara en paz, Selene únicamente le había sacado la lengua.
Cogió su sudadera y se la puso, la cerró hasta arriba y se puso la capucha.
Era lo único que había podido salvar de toda su ropa. Cuando iba por la calle principal, la tormenta cobró fuerza y empezó a diluviar. Cada vez estaba más mojada. Giró una esquina y tuvo la sensación de que alguien la seguía. Siguió andando lo más rápido que pudo, ahora incluso escuchaba pasos detrás de ella.
Alana se paró en seco, y decidió plantarle cara a su perseguidor. Por lo menos ya tenía unas nociones básicas de defensa personal.
Se giró, separó las piernas, las flexionó. Puso los brazos en posición de guardia y esperó. La lluvia seguía cayendo fuertemente y se escuchaban relámpagos de fondo. Un encapuchado apareció por la esquina, corriendo directamente hacia ella. Alana tragó saliva y se preparó para darle un golpe. El encapuchado se paró frente a ella y dio un gran suspiro de alivio.
-Por fin te alcanzo – dijo con voz grave y atrayente.
-¿Qué es lo que quieres? – habló Alana seria, con voz cortante
El chico se quitó la capucha. Tenía el pelo largo, castaño oscuro, recogido en una coleta. Sus ojos rasgados de color miel la miraban directamente, y unos labios  carnosos le sonreían amablemente, en el labio inferior derecho tenía un aro negro.
-Toma – le tendió una cadena – se te ha caído esto por el camino y quería devolvértelo.
-Oh, gracias – agradeció Alana notando que se ponía colorada. Con las prisas de volver al colegio, se le había caído su colgante favorito, que siempre llevaba. Era una cadena de plata con un candado… - no me había dado cuenta. Es muy preciado para mí, muchísimas gracias.
El chico era muy alto, y tuvo que inclinarse un poco para darle el colgante. La luz de una farola le dio en la parte derecha de la cara, descubriendo una atractiva cicatriz en su mejilla.
-No hay de que – le restó importancia el chico. Se le quedó mirando interesado y dijo – Me suenas de algo, ¿Nos habíamos visto antes?
-Seguramente no,  siempre recuerdo una cara conocida. – Respondió cortante la chica.
-También es verdad, una cara como la mía no se olvida fácilmente. Por cierto, soy Erik – Dijo el chico mientras le tendía la mano.
Alana, cruzando los brazos, se le quedó mirando seria, levantando una ceja.
-Bueno, ¿no te vas a presentar? – Dijo con una sonrisa juguetona.
-Lo siento, no suelo decir mi nombre a desconocidos. – Dijo inquieta.
En ese momento, un trueno iluminó el cielo haciendo un sonido espantoso. Alana, que no soportaba las tormentas, pegó un gran bote. El chico levantando una ceja divertido apuntó:
-Te dan miedo las tormentas ¿Me equivoco?
-Quizás… - reconoció Alana poniéndose roja. No sabía por qué, este chico la ponía tan nerviosa. Seguramente también era culpa de la tormenta.
Erik rió encantadoramente. Otro rayo volvió a sonar más fuerte que el anterior. Alana pegó otro respingo y dio unos pasos hacia él. El chico movió la cabeza negativamente mientras decía:
-No tienes remedio. Anda, vamos a ponernos a cubierto antes de que cojamos una pulmonía.
-¿Y quién dice que vaya a ir a ninguna parte contigo? Te veo muy seguro de ti mismo.
Erik rió divertido.
-Pues tú veras, pero tienes dos opciones: o te quedas aquí, empapada y en medio de la tormenta, o te vienes conmigo a la cafetería de aquí al lado a tomar algo y disfrutar de mi compañía. – Al ver que Alana lo miraba con cara de malas pulgas, añadió - No te preocupes, invito yo.
Acabaron yendo a un local llamado “Café solitario” y haciendo honor a su nombre, el café tenía muy pocos clientes, aunque era muy cómodo y acogedor. Se sentaron en una mesa al lado de la chimenea. Alana suspirando aliviada se quitó la chaqueta completamente empapada, los cabellos recogidos en una coleta baja, quedaron libres cuando la chica se soltó la gomilla. Notó el familiar roce de sus rizos por la espalda. Cuando miró al frente vio que Erik la estaba mirando, con la cara apoyada en la mano.
-¿Qué…? – Alana se sonrojó y no pudo terminar la frase.
-Nada, solo que tienes un pelo muy bonito – el chico sonrió dulcemente mostrando unos dientes blancos. Realmente tenía una sonrisa que quitaba el aliento.
Erik volvió a levantar una ceja juguetonamente.
-Bueno, podemos estar mirándonos toda la noche así, o pedir algo – dijo tomándole el pelo a Alana – aunque a mí no me importaría, sinceramente, tienes unos ojos muy especiales – la miró con más intensidad – me recuerdan a…
-¡Bueeeeno! – Le cortó Alana alzando la voz, muy nerviosa – yo quiero un chocolate caliente.
El chico rió divertido.
-Entonces iré a por la bebida. – Dijo guiñando un ojo.
Erik se levantó grácilmente, y se dirigió a la barra. Alana estaba muy nerviosa y le pitaban los oídos.
Erik volvió con las dos tazas de chocolate caliente. Cuando las fue a dejar en la mesa, fijó su mirada en ella, y se le acercó un poco.
-oye… ¿estás bien?
Alana se ponía más nerviosa por momentos.
-Estás muy roja, y pareces un poco acalorada, ¿No te habrás puesto enferma? – Alargó la mano y le tocó la frente. La chica dio un respingo.
Tenía la mano calentita y era muy áspera.
-Anda, toma mi chaqueta y abrígate, no vayas a coger frio.
El chico se quitó la chaqueta y se la dio a ella. La camiseta que llevaba debajo le quedaba muy ajustada, y marcaba unos musculosos abdominales y unos brazos llenos de cicatrices.
Alana, con la chaqueta en brazos, evitaba mirarle directamente a los ojos. No sabía por qué, pero la chica tenía la sensación de conocerlo, aunque era un completo desconocido.
-Ya que no te decides a hablarme de ti, te hablaré yo de mí. Así, dejaremos de ser dos desconocidos.  – Habló Erik tomando la iniciativa - Bueno, tengo 20 años, y no me dedico a nada en especial, estoy trabajando en un bar del centro.  Mis hobbies son hacer rappel y jugar al Risk*. A veces también me dedico a salvar jovencitas asustadas por una inocente tormenta.
-Vaya, pues entonces hoy te lo has tenido que pasar en grande.
-No te ofendas tanto, a mí me da miedo las viejas con bolsos grandes. Nadie sabe lo que llevan dentro, y en cualquier momento te pueden apalear con ellos – Dijo tontamente Erik
A Alana le pareció un comentario tan estúpido, que sin darse cuenta ya se estaba riendo.
-Por fin he conseguido sacarte una sonrisa. Ahora solo falta que me digas tu nombre.
-Está bien, te lo has ganado – Dijo sonriendo con suficiencia mientras le daba un sorbo su chocolate caliente – Mi nombre es Alana.
-Alana… bonito nombre, por cierto… tienes… - Dijo señalándole el bigote.
Alana no sabía dónde meterse, no se había sentido tan ridícula en mucho tiempo.
El chico al verla tan abochornada, añadió:
-¡No te preocupes! – Mientras él también le daba un sorbo a su chocolate, y se dejaba el “bigote” - ¿Ves? Así ya estamos en paz.
Alana no pudo aguantarlo más, y empezó a reírse a carcajadas. El chico también empezó a reírse.
-¿Sabes? Tienes pinta de ser una estudiante. – Observó interesado  el chico - ¿Me equivoco?
-Pues no te equivocas, estoy en Hollow Castle.
-¿En Hollow Castle eh…? – Dijo pensativo
-Sí, el colegio que está en la zona este de la ciudad. – Le explicó Alana un poco más amable.
Estuvieron un buen rato charlando, cuando a Alana le sonó el móvil. Era un SMS de Selene, preguntándole dónde estaba. El tiempo se le había pasado volando. Se la imaginó sentada en la sala común, con los pies encima del sofá, esperándola.
-Bueno… Yo tengo que irme… - comentó azorada Alana.
-¿Ya? – Dijo mientras miraba la hora – Vaya, si ya son las 12, ¿No serás cenicienta, que intenta escapar de su príncipe azul?
Alana sonrió halagada.
-No… Simplemente, tengo que volver al colegio, gracias por la chaqueta – añadió avergonzada.
-Nada, pero no me la devuelvas ahora, mejor, la próxima vez que nos veamos. Toma, éste es mi número.
Erik le alargó un papel con su número, mientras le guiñaba un ojo.
Intercambiaron los números de teléfono y el chico añadió:
-¿Quieres que te acompañe al colegio? No quiero que una a chica tan bonita le pase nada.
-No... Hace falta… además… se defenderme -  Alana se avergonzó
-¿No estarás intentando darme largas para no volver a verme? – bromeó
-¡No! Solo… que no hace falta que me acompañes.
-Tranquila, te estaré llamando hasta contactar contigo, tengo muuucha paciencia. Volveremos a vernos.
El chico se le acercó y le dio un beso en la mejilla. Alana se sonrojó instantáneamente, y de lo avergonzada que estaba, se dio la vuelta y salió corriendo. De fondo escuchó una carcajada.
Ya había parado de llover, por lo que pudo llegar más pronto al castillo. Atravesó el gran hall, giró a la izquierda y subió al tercer piso. Al entrar en la sala común, vio al fondo, en una esquina junto a la ventana a su grupo de amigos.
Tay estaba acurrucado en un sillón, con un libro en el regazo y la cabeza apoyada en su propio hombro, las gafas las tenía torcidas .Matt llevaba puesta una bata, y estaba espatarrado en el sofá. Ambos estaban dormidos.
Selene en cambio, estaba sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el sofá donde se encontraba Matt. Parecía estar sumida en sus propios pensamientos. Alana dio un paso adelante, y Selene pareció despertar.
-¡Alana! – Gritó Selene muy preocupada, mientas corría a abrazarla. Los demás se despertaron con el grito.
-¿Estas bien? ¡Por qué llegas tan tarde!
Selene pareció estar muy alterada.
-Yo… si… me entretuve por el camino… - se explicó Alana
-Honey… llegas tarde, y además vienes muy acalorada, ¿Con quién has estado? – añadió el somnoliento Matt.
Selene seguía mirándole con una cara muy extraña, demasiado preocupada.
-¿Y si lo discutimos mañana? Tengo sueño, y mañana tenemos que madrugar… Así que me voy a dormir – añadió Tay mientras cerraba su libro y se dirigía al dormitorio de los chicos.
-Ah… - Dijo decepcionado Matt – pero mañana nos cuentas ¿eh? Hasta mañana mis amores.
Alana y Selene también se dirigieron a su habitación, aunque Selene no había abierto la boca desde entonces. Aunque así lo prefería, le daba demasiada vergüenza hablar sobre ello.
Mientras Alana se ponía el pijama, y dejaba la chaqueta sobre el escritorio, Selene seguía cavilando.
-¿Y esa chaqueta? – Preguntó de repente.
-Es… de… un chico – Explicó Alana tímidamente.
Selene pareció un poco aliviada. Alana se metió en la cama.
-Y ese chico… ¿Tiene algo que ver con el chaval de la verde y soñadora mirada? – preguntó perspicaz.
Alana se removió inquieta entre las mantas. Selene suspiró.
-Supongo que no, si no me lo dirías. – Sonrió la chica, mientras se ponía a dar saltitos y a desearle buenas noches a sus peluches.
A la mañana siguiente Alana se despertó muy extraña.  Se levantó antes que Selene y se dio una ducha bien fría.
“¿Quién sería aquel chico tan amable? ¿Por qué la había tratado Erik de aquella manera tan familiar, si no la conocía?”
Bajó rápido a desayunar y le dejó una nota a Chibiyue diciéndole que había bajado antes. Trataría de evitar lo máximo la conversación con sus amigos sobre Erik, no porque no lo se lo quisiera contar, sino porque le daba vergüenza, aunque no creyó que fuera una excusa suficiente para que el cotilla de Matt la dejara de atosigar con sus preguntas.
Se tiró toda la mañana distraída, ni siquiera una de sus asignaturas favoritas, esgrima, consiguió concentrarse para nada. (Ese día Matt le gano con más facilidad que otras veces). Entonces llegó la hora de la comida.
Se sentaron en los jardines del castillo, en vez de las mesas donde siempre comían. Matt la miraba fijamente con una sonrisa en la cara.
-Bueno Honey, creo que ya es hora de que nos cuentes sobre ese misterioso chico ¿no crees?
Alana se puso instantáneamente roja.
-¡Eso!, ¿No será del colegio Battle Cross?; No me suelen caer bien esos “armarios empotrados sin cerebro” – comentó Selene mientras arrancaba hojitas del césped.
Battle Cross era el colegio que se encontraba justo al otro lado de Bänon.
-Que va… - Respondió Alana – Trabaja en un bar del centro, tiene 20 años, y se llama Erik…
De repente Tay levantó la cabeza y se le quedó mirando:
-¡Mañana tenemos que entregar el trabajo de Magia Negra! – Alana lo miró con cara de sorprendida y confusa a la vez.
-¡Todavía no lo hemos terminado, y no me dará tiempo! Lo siento chicos, otro día me contáis – Se disculpó apresuradamente Tay mientras recogía las cosas y se dirigía a la biblioteca.
Acto seguido, Alana les contó a sus amigos toda la historia de Erik. Cómo lo había conocido, cómo la había tratado, el beso en la mejilla…
Matt soltó un gritito emocionado.
-¡Ahh!  ¡O sea que volverás a ver a ese chico!
-No tiene por qué… – balbuceó nerviosa Alana – sólo intercambiamos los números, ni siquiera creo que me llame.
-¡Honey! ¿Y qué ropa se supone que te pondrás cuando lo veas?, ¡tenemos que ir de compras ya!, te tengo que llevar a… - Planeaba Matt mientras hablaba consigo mismo.
Selene no había abierto la boca en toda la conversación.
-Chibiyue, ¿Qué te pasa?, estas muy callada – se preocupó Alana.
-… Demasiado directo… - dijo Selene mientras cavilaba y se dedicaba a lanzar pequeñas descargas al aire.
…………………………………. (DESCONOCIDO)
Entró corriendo en la habitación, estaba todo muy oscuro, pero eso no importaba.
-¿Cuándo ha vuelto? ¿Y por qué no ha avisado de su llegada? – Pensó nerviosamente.
Sacó su móvil y marcó su número. Estaba tardando mucho en responder. Entonces una voz habló.
-Todo bien, ya la tenemos en nuestro poder. Podemos empezar con el plan… - susurró una voz a través del móvil.
-Alan, ¿No nos estamos precipitando mucho? Podemos estropearlo todo… y lo más importante ¿Por qué has elegido a esa persona?
-Jajaja – rió Alan a través del móvil – Digamos que ha sido una afortunada coincidencia.
-----------------------------------  (ALANA)
Tras contárselo todo a sus amigos, se había quedado mucho más tranquila.
Entraron en el gimnasio, allí se encontraba el profesor Tsukushi.
-Bien, hoy empezaremos aprendiendo cómo defendernos con armas de verdad. – Dijo el profesor mientras señalaba una caja llena de armas. – No os preocupéis, les hemos puesto seguridad para que no os matéis vivos. – Rió medio sádicamente – Además, quiero que os pongáis estos lazos, que os ayudaran a contener un poco vuestra magia, así evitaremos más de un percance.
Los alumnos cogieron las lazos, y se los ataron en la frente, acto seguido se dirigieron a la caja para escoger sus armas. Selene, decidida, cogió dos largas y afiladas katanas que había separadas de la caja.
-Éstas con doble de protección – le entregó el profesor a Selene – No queremos volver a injertar ningún dedo a nadie, ¿entendido?
Selene sonrió inocentemente.
En cambio, Matt y Tay decidieron no coger ninguna. Matt era realmente bueno en esgrima, por lo que creaba un puntiagudo florete de hielo. Tay simplemente, confiaba en el poder de su mente y de su magia.
Alana se acercó a la caja, y entre todas las armas vio dos pequeñas cimitarras… Sonrió.
Aun recordaba cuando de pequeños, Alana y Liam se batían en duelo con sus armas de madera. Era una de sus diversiones.
Ella con dos pequeñas cimitarras, y el con una espada corta. Obviamente, siempre ganaba ella, hecho que siempre había molestado mucho a Liam.
Cogió las dos armas, y la pusieron de pareja con una chica alta, imponente, que manejaba un largo palo.
Se tiraron toda la hora y media peleando.
Pasaron los días y Alana se vio varias veces con Erik, cada vez le tenía más confianza y se hacían más amigos. Ya no le parecía tan estúpido como había creído en un principio.
Una noche, sobre las 10, estaban los cuatro reunidos en la sala común. Matt y Tay estaban jugando al ajedrez muy concentrados, Selene se lo estaba pasando genial jugando al DDR** mientras Alana la observaba divertida en uno de los cómodos sofás cerda de la cálida chimenea. Al cabo de un rato empezó a reflexionar.
En todos los meses que había pasado en Hollow Castle, había empezado a buscar información que le revelase el paradero de su abuela, esa abuela que siempre había anhelado conocer. Ya sabía que si su abuela no se había ocupado de ella ni se había puesto en contacto con la chica, era porque no quería saber nada de Alana, pero aún así quería conocerla, por lo menos para saber algo de su pasado, para saber de dónde procedía. La directora le había prometido que un día le contaría todo, pero pasaban los días, y no decía nada. Cada vez que le preguntaba no le respondía nada. Una cancioncilla empezó a sonar sacándola de sus pensamientos. Era su móvil. Alguien le había escrito un SMS. Miró la pantalla y vio un nombre. Erik.

FIN DEL CAPITULO
                                                
*Risk: juego de estrategia militar, que consiste en dominar territorios del mundo estratégicamente.
**DDR: Dance Dance revolution, juego de varias consolas, con un tapete de baile, en el que tienes que ir siguiendo el ritmo y los pasos de bailes que te marque el juego. Está muy guay =D